¿Qué harías si tuvieras qué cambiar tú vida para salvar a quiénes amas?
Una chica de 22 años que dedica la mayor parte de su tiempo a mantener la cordura, con un simple y codicioso objetivo que acecha su mente constantemente...
Vengarse del hombre q...
Me paro frente al espejo del baño al salir de la ducha, analizo mi rostro y la madurez que comienzo a notar en mi propio cuerpo.
Desde que él no está todo se ha vuelto complicado, el joven dentro de mí se vio obligado a encabezar situaciones y tomar decisiones arriesgadas teniendo las responsabilidades de un hombre más adulto de un día para el otro.
Suspiró agarrando la espuma de afeitar de la repisa junto a la navaja y comienzo mi tarea diaria. Odio verme más adulto de lo normal y la barba provoca eso en mi cuerpo. Realizó los movimientos como él me enseñó aquella vez en la adolescencia. Aún recuerdo ese momento agradable.
«Has sido un buen padre»
Siempre trataba de darnos las mejores educaciones, quería aportarle al mundo dos seres humanos que sepan absolutamente todo lo posible para no depender de nadie. Y justamente lo logró a su modo. O simplemente quería que supiéramos afrontar su triste secreto. Su maldito juego del pasado.
Sonrió al recordar su voz, y mi estómago siente ese doloroso ardor una vez más.
Miro la hora en el reloj de cuero en mi muñeca, mientras enjuago la navaja para dejarla en su lugar.
(...)
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Actualidad
Bajo las escaleras notando que mi madre se encuentra desayunando en la sala de entretenimiento frente al televisor. Aparentemente mirando nuestro programa favorito.
Doy la vuelta a la cocina después de mandarle un saludo desde mi posición, al cual responde tiernamente con una sonrisa. — Buenos días corazón. —, dice antes de llevar la taza de café a su boca.
Le dedicó una agradable sonrisa. — Buenos días ma... —, respondo caminando en dirección a la cocina.
Dejo el celular en la isla y me dispongo a preparar mi propio desayuno. Nuevamente la gaveta y nevera están llenas de alimentos, me enorgullece saber que eso es gracia a mi disposición, aunque no sea el más digno o decente labor.
Un problema menos por el cual pensar por el momento, hasta que mi madre solucione los documentos con el banco. Considero que los papeles verdes que tenemos escondidos serán suficientes para volver a nuestra vida normal, o lo que queda de ella.
Dejo mi taza en la máquina de café, alejándome lo suficiente para observar cómo cae cada una de las gotas hacia la pequeña barra de chocolate y luego al interior de la taza. Cuando la vibración de mi celular me quita la ilusión de estar en paz.
La piel se me eriza al ver el número desconocido. Lo agarro y firmemente respondo. — ¿Acaso hablo con mi gran amigo Zac?... —, habla la voz gruesa que desgraciadamente conozco a la perfección.
