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Una semana después y se encontraba sentada en una de las mesitas de madera que había en la feria. Sus amigas habían ido por algodón de azúcar y Haerin se había quedado a cuidar el puesto. El parque de diversiones era magnifico. Todas parecían estar pasándolo bien, a excepción de la de ojos gatunos, que llevaba todos estos últimos días deprimida.

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La pelinaranja aún recordaba el rostro de Danielle de la semana pasada

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La pelinaranja aún recordaba el rostro de Danielle de la semana pasada. Tan roto y en verdad parecía muy golpeada por las palabras que le había dicho Haerin. Definitivamente, se arrepentía mucho.

Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con la castaña. Al igual que otra veces, la había fastidiado con sus amigas, sólo que había algo diferente. Cuando la estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad observar sus ojos fijamente, Danielle siempre parecía evitarlos o de alguna manera la insultaba desde lejos, sin querer acercarse.

Ya comenzaba a desesperarse, porque Haerin quería ver ese color avellana que le quitaba el aliento. Se sentía cómo una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos para poder estar en calma consigo misma. No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca de la australiana:
querer besarla.

La quería besar y eso la asustaba, era otra necesidad que le hacía temblar de pies a cabeza cada vez que la veía.
Observaba el rostro de Marsh y sin poder evitarlo los ojos se le iban a su boca, tenía los labios más hermosos del mundo y Haerin  solamente tenía unas desesperantes ganas de morderlos y besarla hasta que le dolieran sus propios labios.

rivales al peo - daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora