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📍Nueva York
🗓Diciembre 2020 - Junio 2022
Si tuviera que encontrar el momento perfecto en el que mi vida cambió por completo, definitivamente fue cuando Nano llegó a la familia. Ese es el principio por donde debo empezar.
Si él no se hubiera acostado con mi madre ése verano probablemente mi vida seguiría siendo un misterio incluso para mi misma. De seguro Emmanuel y yo aún viviríamos con mi madre, Wendy tendría hijos con su futuro marido y nos enviaría cartas de navidad a toda la familia de esas que son memorables y ridículas con nieve falsa y niños corriendo por doquier, y Annie mandaría un mensaje al grupo familiar solo por fechas festivas antes de desaparecer hasta la próxima. La vida de mis hermanas hubiera sido igual a como la imaginaba antes de la llegada del piloto, pero la mía... definitivamente había cambiado desde entonces.
Todas sabemos que su amorío comenzó el verano en el que mi madre visitó España, Emmanuel y yo disfrutamos de dos meses maravillosos sin su supervisión durmiendo hasta tarde, comiendo sin horarios, disfrutando la buena vida. Y no dudo que mi madre tambien lo había hecho.
Espero hasta navidad para decírnoslo aunque si Annie se hubiera presentado en el día de acción de gracias estoy segura de que hubiera sido entonces. Todas las chicas estábamos en casa, yo sostenía a Emmanuel en mi regazo en el sillón mientras escuchaba como Andrew, el prometido de Wendy nos contaba la odisea de estacionar en Nueva York en las fiestas y sus miles de millones de razones que derivaban en conclusiones sociales, económicas y políticas. Solo Andrew podía hacer dos horas de mi vida, las más inútil y estupidas de toda mi existencia. Annie y Jason pensaban exactamente lo mismo intercambiando miradas desde los dos extremos del salón mientras mi madre le seguía la conversación a Andrew con sus datos adquiridos durante sus años de estudio en Yale.
Éramos una familia sencilla en los principios, cuatro mujeres contra el mundo. Dos de ellas en pareja, dos solteras madre e hija libres y felices por la vida. Hasta esa noche.
―Bien―concluyó mi madre la charla sobre estacionar en Nueva York colocando ambas manos en sus muslos para tomar el impulso y levantarse. Era extraño, solo por eso la observe quedarse sonriendo frente a todos en el salon secando el sudor de sus palmas en su pantalón.
―¿Si?―alargó la pregunta Annie con los ojos entrecerrados, definitivamente sabía lo que estaba por venir.
―Estoy saliendo con alguien―soltó orgullosa de sí misma y abrí mis ojos con impresión aun con Emmanuel en mi regazo. Deje de acariciar al chihuahua y este me miro con esos ojos tan expresivos y saltones que tiene demostrando su desagrado.
Mi madre no salía con nadie desde que se divorcio con mi padre y eso había sido cuando tenía cinco. Esa navidad tenía diecisiete. Era obvio que mi madre no planeaba quedarse soltera toda la vida, no la culpaba, pero la noticia nos tomó por sorpresa.
