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📍Londres
🗓 Agosto 2022
―Nada de lo que dices explica porque terminaste empapada esa noche cuando volviste del hotel―insistió mi madre mientras cenábamos.
Mudarse había sido un cambio muy grande y un reto aún mayor, pero intentar evitar contarle a mi madre las razones por las cuales me había pasado del horario dado aquella noche en Silverstone y había aparecido en la habitación completamente mojada, era un reto completamente diferente.
Fernando había intentado mantenerla a raya en varias ocasiones. Mientras movíamos, traíamos y acomodábamos las cientos de cajas que mudamos desde Nueva York a Londres, podía escucharlos hablar en privado creyendo que me encontraba fuera de la casa de tan grande que esta era.
―De seguro jugaban, debe ser una tontearía―intentaba calmarla Nano.
―No es eso. Debe de ser algo más y ella no quiere decirlo.
―Cumplira veinte en un par de meses ¿No crees que es exactamente lo que uno hace a los veinte?―dudo con cierta gracia como si pudiera convencerla y realmente quería que lo hiciera.
―No me molesta lo que haya estado haciendo para saltarse el horario que le di, ni siquiera me importa realmente. Me molesta que no me lo diga, que se lo guarde. Porque si se guarda una tontearía como esa ¿Que se yo cuantas cosas más se está guardando?―cuestiono mi madre y sujete la caja con fuerza contra mi pecho para no hacer ruido alguno. En el silencio, creo que Fernando la abrazo.
―Deja de pensar demasiado ¿Si?―le susurro. ―Grace está bien.
―A veces no se como ayudarla, cariño. Nunca me había pasado con Annie o Wendy―murmuró por lo bajo y tuve que acercarme un poco más a la esquina del pasillo de las habitaciones para escuchar con cautela. ―Sé que debe buscar su lugar en el mundo, pero no se como ayudarla con ello. Las chicas fueron rápidas al hacerlo, sabían lo que querían y fueron por ello, me siento terrible. Temo que cualquier cosa que diga no sea suficiente, temo molestarla o siquiera guiarla de mala forma. No se que se supone que deba hacer y es la primera vez que algo así me sucede como madre―le explicó frustrada. Nunca antes la había escuchado de esa forma, como si se hubiera fallado a sí misma. Eso me destrozó por completo. ―Siento que mientras ella busca quien ser, yo la conozco cada día menos. Y eso me parte el alma.
Días después, Fernando intentó interceptarme por su parte cuando mamá se fue a ver su nueva oficina en la ciudad británica.
―¿Que sucedió esa noche con los chicos?―preguntó como quien no quiere la cosa cuando deje mi plato del almuerzo en el lavabo.
―No, tu. No me hagas esto, no quiero hablar de eso―suspire con cansancio.
―¿Que tan malo podría ser como para que no quieras siquiera nombrarlo?―dudo con el ceño fruncido y apoyó ambas manos sobre la mesada del gran desayunador en el centro de la cocina para mirarme fijamente.
