Jennie Kim odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Lalisa Manoban, para que sea la novi...
El día lunes, Jennie despertó sabiendo que todo lo ocurrido el día anterior fue sólo un mal sueño.
Claro que fue un sueño, porque era imposible que su mamá se hubiera dado el tiempo de buscarle una novia a su hija por una página de internet, que tenía un nombre estúpido, y hubiera alquilado a una chica por seis meses.
Su mamá no era una loca de patio, así que todo fue sólo una pesadilla de la que se iba a reír más adelante.
Tenía una clase ahora en la mañana en la universidad, donde estudiaba arquitectura, así que ya era momento de levantarse para vivir otro cruel día de esa dura realidad.
Se giró en la cama y pegó un grito al ver un rostro a centímetros del suyo.
Oh, no. Oh, no.
—¡Despertaste, gatito! —gritó Lisa encantada.
—¡¿Qué haces en mi habitación, tú... maldito cachetes?! —dijo, cubriéndose con la sábana.
—¿Te gustan mis mejillas, gatito? —replicó Lisa sonriendo.
—¡No!
—¿Te gustaría morderlas?
—¿Puedo hacer-? ¡No!
—¡Gatito!
—¡Pareces la pendeja de Monster Inc!
—¿Soy tierna como ella? —y la pelinegra juntó sus manos llevándolas a sus mejillas, sin dejar de sonreír, y Jennie no pudo evitar pensar en algo sucio que incluía la boca de Lisa y su propia lengua.
Cálmate. Cálmate, estúpida, mantén la cabeza fría.
—¡Fuera de mi cuarto! ¡No te invité a pasar!
—¡Puedo pasar cuando quiera, somos novias!
—¡No somos novias!
—¡El contrato que firmó tu mamá dice que lo somos!
—¡¿Qué mierda dice ese contrato?!
—Que debes tratarme bien, darme abrazos y besos, alimentarme y decirme lindura —Lisa dio un paso y Jennie volvió a gritar.
—¡No pienso decirte lindura!
—¡Pero gatito!
—¡Fuera antes de que llame a los policías!
—¡¿Qué son todos esos gritos?! —su mamá abrió la puerta de golpe, furiosa y con la sartén en una mano, dispuesta a golpear a todo aquel que estuviera gritando.
—¡Saca a Lisa de mi cuar...! ¡MAMÁ, LA CHANCLA NOOOOOOOO!
***
Jennie estaba murmurando por lo bajo mientras terminaba de comer su leche con cereal, en tanto Lisa miraba su reflejo en un pequeño espejo de mano que tenía, lamentándose por el moretón que la mamá de su novia le hizo, pues se rió como enferma al ver a Jennie aturdida por el golpe con la chancla que recibió.
La de cabello castaño se puso de pie, mirándola de forma horrible, pero Lisa sólo le sonrió mientras pestañeaba repetidamente con inocencia. Jennie se limitó a bufar, dejando el bol vacío sobre el lavaplatos, agradeciendo que su mamá se hubiera ido minutos atrás a trabajar.
—No sé qué harás ahora —le gruñó a Lisa.
—¿Sigues enojada conmigo, gatito? —Lisa hizo un puchero y Jennie desvió la vista, sabiendo que observarla por mucho tiempo la haría sentir rara.
—No soy un puto gato, Lisa —replicó—. Ahora debo ir a la universidad, así que...
—Te acompañaré —avisó Lisa volviendo a sonreír.
—¿Qué? No —Lisa se cruzó de brazos—. No quiero que mis amigas...
—Por favor, también tengo clases allí —le sacó la lengua—. No todo mi mundo gira en torno a ser tu novia, Jennie Kim.
Y sin decir nada más, marchándose como si fuera la reina del lugar, Lisa salió de la casa sin mirar atrás y dejando a Jennie con una desagradable sensación en el estómago.
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