Después de un día extenuante en el trabajo, llego exhausto a casa. En lugar de descansar, me encuentro con una pila de documentos que debo enfrentar: contratos con inversores, formularios contables y reportes interminables.
La silla de mi escritorio emite un crujido al recibir mi peso, mientras cierro los párpados con fuerza, buscando aliviar la constante punzada que martiriza mi cabeza, como si cada línea de esos documentos fuera un golpe adicional al estrés.
Al enderezar mi postura, mis ojos se topan con el caos organizado que yace sobre la mesa: montones de papeles se entrelazan con mi portátil, cuyas múltiples pestañas abiertas reflejan el frenesí de mi día. Al desviar la mirada, encuentro el pequeño portarretratos que ha sido mi fiel compañero en estas noches solitarias y ajetreadas durante los últimos meses, una pequeña ancla de cordura en medio del caos laboral.
En él, reposa una fotografía de una versión desconocida de mí, con una sonrisa radiante que ilumina el rostro, mis ojos reflejan un amor que parece eterno. La imagen se despliega frente a mí, y a mi lado, se encuentra la figura inconfundible y hermosa de Seher. Sus brazos me rodean en un abrazo cálido, al mismo tiempo que sus dedos juegan con mi cabello, despeinándolo. Es un gesto simple, uno que ahora atesoro en lo más profundo de mi corazón desde que comparto mi tiempo con ella.
Las cosas entre nosotros han tomado un giro inesperado y maravilloso. Le debo un mundo de agradecimientos a Deniz por insistir tanto en darle una oportunidad a Seher, a pesar de mis reticencias iniciales.
Las visitas de Seher a mi departamento y mis escapadas nocturnas a su hogar son ahora un hábito reconfortante. Entre las paredes de su habitación, encuentro el refugio que necesito, donde el calor de su cuerpo y la suavidad de sus brazos me envuelven, permitiéndome recuperar el sueño que solía ser esquivo en la soledad de mi propia cama.
En el vaivén de mis recuerdos se despliegan las noches impregnadas de susurros, donde los besos brotaban espontáneos y las caricias tejían un lenguaje silente. Entre esas sombras cómplices, Seher desnudaba su alma, revelando capítulos de su infancia, el amor que anidaba por la música clásica y el embrujo que la conducía hacia los confines estrellados de la astronomía.
A menudo, mis brazos fungían como refugio en sus momentos de vulnerabilidad, cuando la sombra de la inseguridad nublaba su percepción de ella misma. Para mí, cada aspecto suyo era una obra maestra, desde la armoniosa contraposición de su estatura con la mía hasta la suavidad de su piel y el rubor perpetuo que acariciaba sus mejillas; cada trazo de su ser invitaba a una exploración meticulosa.
Pero más allá de su belleza física, era su personalidad lo que me enamoraba cada día un poco más. Su espontaneidad, su risa, su elocuencia encantadora; en cada gesto, en cada palabra, veía reflejada la pureza de su alma, la inocencia de un corazón que aún creía en los sueños. Era como un ángel caído del cielo, con sus alas rotas pero su espíritu intacto, irradiando luz en medio de la oscuridad.
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COCTELES Y SECRETOS [+18] 『𝙀𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤』
RomanceElla era como un soplo fresco en mi existencia más experimentada. Su juventud podría sentirla cuando mordía su piel en medio de nuestra pasión desenfrenada. Todo lo que compartimos dejó una marca indeleble, maravillándome ante la conexión que florec...