Seher y yo compartimos una noche excepcional, una velada llena de pasión y conexión. Sin embargo, al despertar al día siguiente, me vi arrastrado por el peso abrumador de mis responsabilidades y mi enfoque inquebrantable en el trabajo. En el tranquilo amanecer, regresamos al restaurante donde cada uno emprendió su propio camino, separándonos en el fluir de la rutina diaria. Desde ese momento, el misterioso velo del olvido la envolvió, y no he vuelto a saber de ella. Para alguien acostumbrado a mantener su mundo cerrado, admito que el recuerdo de Seher persiste en mi mente como una sombra tentadora, evocando una chispa de intriga.
Ahora me encuentro sentado ante mi imponente escritorio, rodeado de informes y contratos que intentan ahogar el eco apasionado de la noche compartida. Mis cejas se fruncen en un intento por retener las sensaciones fugaces de esa velada; ha transcurrido una semana, o quizás dos, desde entonces. Cuestiono la abrupta distancia que creé, mientras mis pensamientos se convierten en un torbellino, mezclando el deseo con la necesidad de controlar cada aspecto de mi vida. Sin embargo, en medio de este caos mental, Seher persiste en mi mente, como una llama que desafía la frialdad de mi racionalidad.
Sintiendo la necesidad de despejar mi mente, decido salir a caminar por las calles bulliciosas de la ciudad. A la vez que avanzaba, la brisa urbana intenta dispersar los remanentes de la pasión compartida. Pero cada paso me lleva de vuelta a la forma en que Seher respondió a mis caricias, sus susurros apasionados resonando en mi memoria, y cómo nuestros cuerpos se fusionaron en una danza ardiente. Por un fugaz momento, la imagen de su rostro se hace nítida en mi mente, y una sutil sonrisa se dibuja en mis labios, un eco de la conexión que temo haber perdido.
"¿Qué diablos hago ahora?", me cuestiono, buscando respuestas en el caos de mis pensamientos. No estoy familiarizado con esta sensación de vulnerabilidad que me envuelve, y la incertidumbre se apodera de mí. Mi mente se enreda por un instante mientras la imagen de su rostro y su sonrisa juguetona resurgen de las profundidades de mis recuerdos, como si quisieran atormentarme.
Al regresar a casa, la penumbra me acoge, tejiendo una sensación de soledad que se expande por cada rincón de mi departamento. El silencio, ahora más denso, me susurra la ausencia que se ha instalado en mi rutina.
En un giro inesperado, el timbre rompe la quietud y despierta algo dormido dentro de mí. Me desplazo con premura hacia la puerta, sintiendo el latir acelerado de mi corazón. Al abrirla, me encuentro con el rostro de Deniz, iluminado por esa sonrisa que parece capturar la esencia misma del enamoramiento eterno.
-Deberías disimular esa cara de decepción al verme; es obvio que estás esperando a alguien más. -Deniz irrumpe sin molestarse en saludarme, como es su costumbre, y se adentra en la cocina con una desenvoltura que raya en la insolencia. Yo simplemente lo sigo y ocupo mi lugar en la silla junto a la mesa donde acostumbro a comer.
Me inclino sobre la superficie de la mesa, dejando que mi rostro descanse sobre la madera. Mis ojos divagan hacia un punto indeterminado en el espacio antes de regresar la mirada hacia Deniz, quien mantiene la misma expresión desde el momento en que atravesó la puerta.
ESTÁS LEYENDO
COCTELES Y SECRETOS [+18] 『𝙀𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤』
RomanceElla era como un soplo fresco en mi existencia más experimentada. Su juventud podría sentirla cuando mordía su piel en medio de nuestra pasión desenfrenada. Todo lo que compartimos dejó una marca indeleble, maravillándome ante la conexión que florec...