08.

266 38 4
                                    

08.

—Entonces, ¿Te sumas o no?—

—Es que no conozco a tus amigos—Murmuré incómoda, no era mucho de salir por las noches a menos que sea a solas con Cami porque le tenía confianza, pero ella hablaba con tanta gente que se hacía incomodo.

—¡Y por eso sales, para conocer gente! Vamos Ali.

—No puedo.

—No quieres—Solté un suspiro pesado, eso era lo malo de Cami, nunca podía decirle un no directo porque nunca lo entendería.

—Estoy ocupada también, así que...—Mi mirada volvió al computador, como sin estuviera haciendo algo tan interesante en el.

—¿Haciendo que? Nos juntaríamos a las diez ¿Tienes que ir al medico?—

Escuché su tono de ironía y suspiré pesadamente antes de decir—Esteban me invitó a salir.

—Entonces si estás ocupada. Tenés que darme las gracias, si no fuera por mí seguirías encerrada escribiendo horóscopos y sin poder hablarle a ese Esteban—Hizo una pausa antes de recargarse en su silla—Como recompensa me debes conocer a uno de sus amigos.

—Cuando se pueda.

El día viernes me miré por última vez al espejo del baño antes de cerrar la puerta, nunca en mi vida he ido al teatro y no se si debo ir formal o como ando en la calle, cuando Esteban me dijo que fuéramos sonaba entusiasmado y no quería fallarle con la ropa. Terminé con un vestido blanco corto y una chaqueta encima, quizá si tuviera mas tiempo lo pensaría más pero él me estaba esperando abajo, subí al auto y suspiré.

—Hola, disculpa si me demoré—dijo, yo le besé la mejilla y me acomodé para ponerme el cinturón—No me veo muy elegante, cierto? No se si...deba ir así—Esteban negó.

—Estás linda—

—Ah...gracias, tu...tambien, te ves bien asi, despeinado—Esteban rió alzándose de hombros.

Me hundí en el asiento viendo como nos alejábamos del edificio, y antes que pudiera decir algo él volvió a hablar.

—Entonces ¿Habías ido una vez a ver una obra?

—No, y te agradezco por invitarme—Hablé con seriedad antes de reir—Gracias.

—De nada, es que quería que lo conocieras porque...bueno, es lo que me gusta—

—Encantada de conocerlo entonces—Yo le sonreí antes de mirar por la ventana pensando, pasó un minuto y dije—¿Sabes? Podría escribir algo para la revista, para invitarlos a que vengan o...—

—Con la audiencia que tiene.

—Entonces no escribo nada—Dije y él rió negando.

Al bajarnos del auto caminamos para llegar al teatro, el aire estaba fresco y las calles parecían mas oscuras de lo normal, aunque si o si pude ver esa luz fuerte de un puesto de flores, parecía que la mujer que atendía ya estaba cerrando el local.

—¿Siempre las venden aquí?

—Mmh, creo.

—Me gustan los ramos pero no los de rosas, es muy clásico—Los dos frenamos mientras yo le hablaba mirando el local—Son lindas esas que tienen muchas flores, como esas blancas pequeñas y-y...otras rosadas y así. La única vez que recibí flores fue para mi graduación, las chicas que reciben flores son afortunadas.

—Intuyo algo—Esteban puso una sonrisa mientras se paraba al frente mio—Perdona si nada que ver, pero es como que "Ah, no recibo flores, tristemente nadie quiere regalarme flores"—me imitó y yo levanté mis cejas antes de sonreír.

—No me hagas quedar así, lo dije por decir algo.

—tendré que aceptar—Él se alzó de hombros mientras miraba el local—Todavía nos puede atender.

—No quiero—

—Unas flores no te hacen daño, si las querés te compro unas—Yo negué mientras Esteban cada vez ponía su cara mas cerca a la mía, el estaba algo encorvado.

—Esteban, no, no era una indirecta para que compraras.

—Eso parecía.

—¡No te voy a andar pidiendo las cosas! La primera vez luché para pagar un jugo, después que solo gasté en una Coca y-y ahora una entrada al teatro ¿y flores? Es demasiado.

Estaba siendo sincera aunque definitivamente unas flores harían que mi estomago diera vueltas por las emociones y no mentiría si en el fondo quería que fuera testarudo y las comprara igual, pero estaría aprovechándome.

—Dejáme hacerte feliz—Yo reí desviando mi mirada por la cercanía de Esteban, era obvio que ese tono y los pocos centímetros que habían entre nosotros era algo apropósito.

—Es que se pierde la gracia—

—Vos sabes que te gustaría.

Rodé los ojos mientras él se adelantaba un poco, me hizo una seña y lo seguí. Era extraño que estuviéramos comprando a estas horas.

Y aunque actuara como que estuviera molesta, me gustaba.

Peperina ;; Esteban Kukuriczka.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora