† ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴏ †

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— ¿Ya...?

— Espera.

YoonGi se vio obligado a callar por JiMin, porque para ese chico era más importante retocarse el maquillaje para verse más bonito que iniciar con la última sesión y finalizar por fin la terapia para nunca más volver a pisar ese consultorio. Al menos esperaba que YoonGi le diera de alta y no le saliera con una de sus típicos trucos el maldito.

Tenía que ser amigo de YajaTzael.

— Listo.

— ¿Podemos iniciar ya?

Primero que nada, guardó las cosas en su bolsito, ya hasta después fue que apoyó los codos sobre el escritorio para poder acercarse un poco a su guapo psicólogo. Un poco coqueto le sonrió, porque YoonGi se veía tan atractivo con ese color grisáceo en el cabello y esa mirada intensa que, sinceramente, era inevitable no imaginarse cosas indebidas que podían hacer en ese mismo consultorio.

— Si tú quieres iniciar ya, podemos hacerlo.

YoonGi alzó una de sus cejas, de esa manera lo miró por la forma en que se estaba portando últimamente. Era obvio que podría fácilmente acceder a las propuestas dichas por la mirada, pero en ese consultorio no era ni su amigo, ni su conocido, ni mucho menos su exnovio. En ese consultorio era únicamente su psicólogo, la persona que lo ayudaba con sus problemas emocionales y nada más.

Tenía la suficiente cordura como para soportar esos descarados coqueteos, esas imparables miraditas y esos roces para nada accidentales. Aunque no estaba graduado y todavía no tenía un título, conocía muy bien lo que era la ética y lo que ella conllevaba, es por eso que no caía ante tales armas de seducción.

— La semana pasada te dije que hoy sería tu última sesión, ¿cierto?

— Cierto.

— Pero que debías pasar una última prueba si querías ser dado de alta, ¿cierto?

— Cierto.

— Bien.

Luego de asentir, acercó el computador para buscar el archivo en donde estaba la última prueba que denominaría el estado de JiMin y que dependía solo de ese chico pasarla o no. Él sabía que sería algo muy duro, pero JiMin no llegó a ese consultorio solo para arreglar los problemas emocionales de su última relación, si no los problemas de posesividad extrema que tenía con su padre, YajaTzael.

No esperaba que JiMin dejara de sentirse celoso, ya que esas actitudes se las había heredado una persona sinónimo de celos y posesión, pero lo que sí esperaba es que esas ganas de matar a cualquiera que se acercara a YajaTzael; se esfumaran para siempre, solo así podría obtener el certificado de alta.

— Bien. Necesito que veas este vídeo y también necesito que me digas cómo te sientes al terminar, ¿entendido?

— Entendido.

JiMin se pasó los dedos por su hermoso, lacio y delicado cabello rubio. Esperó paciente el dichoso vídeo que quería mostrarle, se mostró despreocupado y confiado, como si una prueba más no fuera la gran cosa. Simplemente no se imaginaba de qué trataba el vídeo, es por eso que cuando el computador fue volteado hacia él y observó la pantalla, esa despreocupación y confianza comenzaron a perderse.

En el vídeo se podía mostrar cómo el maldito traidor de YajaTzael abrazaba muy tiernamente al maldito enano de JimSi, en cómo reían a carcajadas como si el mundo fuera algodones de azúcar, en cómo ese maldito de YajaTzael le decía a ese jodido duende lo bonito que era, lo precioso y tierno que era. A parte de que se sentía ofendido e indignado por la cercanía de ese par, le parecía una falta absoluta de respeto que YajaTzael se conformara con una copia suya mal pirateada, porque hasta más enano que él salió JimSi.

ɪ ʟɪᴋᴇ ʙᴏʏs² 「†」 ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ʟɪʙʀᴏ ᴛʀᴇs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora