† ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴇʟᴠᴇ †

410 48 2
                                    

— Ven aquí.

YajaTzael dejó sobre la mesa la botella vacía de bodka luego de habérsela bebido de una. Ya más perdido que nunca y con amnesia, agarró a YoonGi de los hombros para acercarlo a él hasta mandar a la mierda el espacio personal. Ese tipo con color cloro vencido estaba igual de perdido que él, porque ninguno de los dos recordaba cuánto llevaban tomando, pero sí sabían que ya el bar estaba quedando más vacío que su corazón.

— Ahora que te veo bien de cerca, YoonGi...

Desorientado en su totalidad y con el debate de saber cómo se llamaba, se fijó en los rasgos afeminados del menor, en esos ojos de gatito, en esa nariz más pequeña que su paciencia y en ese color de muerto que tenía. Mareado y viendo doble juntó la frente con la de ese tipo, el cual no se acordaba qué era de él y qué hacía ahí.

— Ahora que te veo así de cerquita, detenidamente y sin ganas de golpearte, estás...

— ¿Guapo?

— Estás...

— ¿Atractivo?

— Estás, e-estás...

— ¿Perfecto?

— Feo, muy feo. Qué asco.

— Ay, mámala.

YoonGi le dio un golpe en el abdomen luego de que él lo empujara sin ser precisamente una persona delicada. A pesar de todo eso, lo agarró de nuevo por los hombros porque como que esa cara se le hacía conocida, juraba que había visto esos ojos en otra parte, solo que no recordaba en dónde o a quién pertenecían. Lo único que sabía es que eran bonitos y ya.

— Tú me recuerdas a alguien, ¿sabes? Te pa-pareces mucho a un gatito.

— ¿Será porque ese gatito es mi tío, muñeco estúpido?

— ¿Sí? Caray. Ya decía yo que conocía a ese gatito de algún lado... ¿Y quién es?

YoonGi rodó los ojos, negando se sirvió otro trago de coñac y superar así que los estantes ya estaban quedándose vacío. Faltaba ahora saquear los cajones de champán y vino que había en el cuarto subterráneo, pero eso pasaría cuando ya no tuvieran ni una gota de alcohol ahí, por el momento todavía quedaban algunas botellas de tequila.

— Se llama Min Zael, un hombre de treinta años, culo gordo, estómago de pipa, sensible, llorón y un sinfín de adjetivos calificativos que no tengo el tiempo para decir — Explicó — Te tiene en la palma de su mano, te manda, le haces de su sumiso porque le tienes pánico aunque no lo aceptes. ¿Algo más que quieras saber de él, muñeco?

— De él ya no, pero sí quiero saber de ese chaparrito que lleva minutos viéndome con ojos asesinos.

— ¿Qué...?

Él se dio vuelta gracias a la silla, valga la redundancia, giratoria. Casi escupe el trago de tequila que se había metido al ver a JiMin de pie en la puerta, de brazos cruzados y con el rostro más serio que el de YajaTzael cuando se enojaba. Lo bueno es que no habían hecho nada fuera de lo normal, así que estaba libre de pecados.

— Hey, nene, ¿y tú qué haces aquí, ah? ¿Sabes qué hora es? Porque yo no.

— Son las cuatro y media de la mañana, lo que significa que llevan tomando más de cinco horas.

JiMin caminó hacía ellos con los brazos cruzados y todavía con esa mirada enojada. Serio se cruzó al otro lado de la barra para guardar todas las copas y echar las botellas vacías en bolsas, pues ya los iba a mandar a dormir luego de tremenda borrachera que se pegaron. Más allá de eso, YoonGi no sería tan tonto en apartar la vista para no ver lo precioso que estaba con su típica pijama de bermudas cortas, calcetas largas y camisa obliguera.

ɪ ʟɪᴋᴇ ʙᴏʏs² 「†」 ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ʟɪʙʀᴏ ᴛʀᴇs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora