∆Leonardo∆

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[@downwiththemutantnjnjaturtles]

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Cuando Leo se dio cuenta de que su corazón estaba dividido, sintió miedo.

Su familia y su misión siempre habían captado su atención: sabía lo que era amarlos, pero nunca había pensado que su amor sería arrebatado, dividido y tomado casi por completo por alguien de la raza que pensaba que eran monstruos .

Cuando Leo notó la atracción hacia algo más, algo nuevo, se alejó.

Esta noche se encontró como un observador de piel suave, una forma vulnerable pero atractiva que parecía dominar la existencia tal como está sin luchar por el, y era fascinante, deseable; Despertó en él sensaciones que había mantenido en secreto años atrás cuando era adolescente, instinto inútil, unidad básica, tenía más que esperar del mundo, y esperaba más, lo esperaba...pero cada noche volvía al mismo viejo escenario.

"Sal de mi cabeza", gimió mientras se acostaba en la tranquila guarida cuando se suponía que debía estar descansando, perdido en sus pensamientos, curvas suaves, una estatura pequeña en comparación con la suya, manos, corriendo hacia abajo, hizo una pausa, en algún lugar en medio de una fantasía, escuchó las palabras "Te amo". Eso le hizo volver al hecho de que no era sólo deseo, por eso había cosas que a veces le daba vergüenza permitirse; pero ya no ayudó, porque esas personas en las pantallas, las palabras en una página de un libro clasificado R, no eran ella, no podría ser, incluso si lo intentara, quería saber por un momento cómo era ser humano, tener esa posibilidad de amor ahí para tomar, y nunca intentarlo, con todo el permiso que esos hombres tenían solo por ser humanos, le daba asco, sentirse amargado por ese hecho hizo que su mente se acelerara, porque se sentiría aún peor si algún hombre lo hiciera con ella, como una contradicción andante, luchaba consigo mismo en cada paso del camino, de ella debería mantenerse alejada.

Se levantó para practicar algunas formas, tal vez hacer mantenimiento a su flexibilidad, afilar sus katanas, cualquier cosa con tal de dejar de pensar y empezar a hacer, en algún momento durante su constante entrenamiento, escuchó entrar al Maestro Splinter.

"¿Qué te pasa, hijo mío?" preguntó, siempre lo supo incluso cuando su hijo más estoico, Leonardo, tenía problemas.

"¿Qué pasa? No pasa nada, estoy bien", respondió Leo, balanceándose sobre una pierna. "[T/N] debería irse a casa, ya casi es hora de patrullar".

Splinter se sentó con las piernas cruzadas sobre un cojín con una leve sonrisa. "Tan rápido para mencionar a [T/N], incluso cuando estás preocupado", comentó, "le dije que podía quedarse cuando quisiera, para pagar su generosidad". Esa generosidad fue llenar su refrigerador con cosas que no pudieron conseguir para ayudar a los héroes de Nueva York, algo parecido a asegurarse de que estuvieran comiendo bien en todo lo que hacían.

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