—Y bueno, ¿Samy, cómo ha ido tu semana? —me preguntó mi psicóloga Paola durante mi terapia semanal.
—Pues, no sé. Como ya te conté, le estoy haciendo un favor a Ama, pero creo que esto ya no es tanto por ella.
—¿Se podría decir que estás desarrollando sentimientos por ella?
—¿Por Abril? —le pregunté, y ella asintió—. No, jamás... o bueno, no sé —dije, pensando en lo que sentía cuando estaba con Ari.
—Pregúntatelo, Samantha, y ahí tendrás una respuesta.
—Es que soy Lucifer y no puedo amar ni sentir nada por los humanos, se supone —dije seria, mientras ella rodaba los ojos.
—Otra vez con el temita de que eres Lucifer y todo eso...
—Es que es cierto, doctora —dije, ofendida por su incredulidad.
—Bueno, está bien, supongamos que lo es.
—¡Es que lo es!
—Tranquila, respira. Bueno, Ari ha llegado, y tal vez estés sintiendo algo por ella, lo cual sería imposible porque eres Lucifer, ¿verdad?
—Exacto.
—Samantha, lo que tienes es miedo a sentir algo por alguien. Dime, ¿cuándo fue tu última relación?
—Un día antes de conocer a Abril, y fue con una modelo. Estaba hermosa, déjeme decirle, única en la cama, la verdad.
—Samantha, hablo de una relación sentimental.
—Oh, sí, perdón, doctora. Pues, verá, creo que fue con Rocío.
—¿Y qué me puedes decir de esa relación?
—Fue un caos. Yo era la niña mala y ella la buena. Yo fui la manzana de la discordia, doctora. Yo creé el pecado original con ella. La podrías conocer como Eva.
—Dios... —dijo algo frustrada.
—Ese es mi papá. Espero que usted no haya creído eso de que todo fue por una manzana. Fue por mí, pero no la culpo, doctora. Yo también hubiera querido estar conmigo.
—Bien, Samantha, me gusta tu autoestima, pero necesito más detalles. ¿Qué te llevó a terminar esa relación?
—No funcionábamos. Ella quería exclusividad y cosas románticas, pero yo solo quería pasarla bien y tener con quién hablar. Y antes de que me diga egoísta, ya lo sé. Era buena mujer, la verdad —dije, reflexionando sobre mi pasado.
—Bien. Ahora cierra los ojos y piensa en Ari. Imagina un escenario donde ella y tú son pareja. ¿Te sientes igual que con Rocío?
Cerré los ojos tratando de imaginarlo, pero solo tuve una visión.
—¿Por qué, Samantha? —dijo Abril, con los ojos llorosos.
—Yo te quería decir, Abichui, te lo juro.
—¡No me llames así! Fui tan tonta para creer que me querías.
—Es verdad lo que siento por ti, Abi, déjame explicarte.
—¡No quiero explicaciones! —gritó, mientras tomaba sus cosas—. ¡No quiero que me busques!
—Hey, Samantha, Samantha —dijo mi psicóloga, chasqueando los dedos para llamar mi atención.
—Voy a estar con ella. No sé cómo, pero vamos a pelear y yo la voy a querer —dije de golpe, a lo que ella solo asintió.
—Mira, Sam. Yo sé que te gusta y que no has sentido algo así antes, pero no puedes predecir el futuro. No asegures nada.