Capítulo 12: Hicieron- ¡¿Qué?!

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El despertar de la peruana fue más aliviante para los demás, no había podido despertar en varias horas, es más, las demás que habían caído bajo aquel control mental ya habían despertado, la cuestión era, que la blanquirroja seguía inconsciente, hasta ese momento, horas después, donde al fin recobraba la conciencia.

Al despertar, se sentó rápidamente en la camilla comenzando a toser un líquido dorado que se había acumulado en sus pulmones, hasta al fin vomitar aquella sustancia que le cerraba el pecho — Que perra... — mencionó en un susurro antes de volver a recostarse, al fin dándose cuenta en donde se encontraba — ¿Ah...?

Al volver a sentarse, inspeccionó todo el lugar con cuidado dándose cuenta que se encontraba en la enfermería de OMS ¿Y ahora por qué estaba ahí? No recordaba nada, su último recuerdo viviente era que su pequeña hermanita guatemalteca, le confesara que estaba embarazada ¿Y ahora? ¿Qué día era?

Se levantó con cuidado de la camilla viendo que había ropa a un lado, al menos podía quitarse esa bata que tenía, le estresaba estar de esa manera. Rápidamente se vistió con lo poco que había en el lugar, solo un pantalón cargo estilo militar, sus zapatillas negras y una corta camiseta negra sin mangas.

Al verse en el espejo, notó como su cabello había crecido bastante, si antes estaba a la altura de su cintura, ahora se encontraba por sus rodillas, lo cual, la dejó realmente estupefacta... ¿Cuánto tiempo se había quedado inconsciente? Y viendo mejor su reflejo... ¿Por qué uno de sus ojos era de un tono oro brillante? No tenía sentido.

Al salir de la enfermería, caminó por los pasillos del lugar a oscuras ¿Qué hora era? Parecía ser de noche, pero no podía descubrir en qué hora exacta, aunque al parecer, era de madrugada por la falta de personal. Mientras caminaba, logró escuchar de lejos como varias voces gritaban a la lejanía, al parecer, los demás seguían discutiendo respecto a un tema, pero no sabía cuál.

Al acercarse a la sala principal de reuniones, pudo ver y escuchar todos los gritos y discusiones que se daban en aquella sala ¿Ahora qué demonios pasaba? ¿La tercera guerra mundial? Porque eso parecía ser.

¿Qué demonios Perras? ¿Ahora por qué tanta palabrería? — entró a la sala sin ser notaba, antes de cerrar la puerta detrás de ella. De verdad era una discusión acalorada, pero, seguía sin descubrir de qué se trataba — No es posible...

No es posible... — soltó en un pesado suspiro el eslavo, de verdad, estaba muy cansado y estresado por todo lo que estaba pasando, algunos no querían pelear contra los Dioses, mientras que otros, creían que podían ganarles con facilidad, a Dioses, ellos de verdad necesitaban un médico porque se notaba que se les había zafado un tornillo — Pero que perras... — se cruzó de brazos viendo a un lado de la discusión, al fin notando, como su pequeña se encontraba apoyada contra la puerta, viendo toda la discusión de lejos. — Cariño

Sin esperar más, se levantó de su asiento dirigiéndose a su amada, llamando la atención a los demás por ello, que, al ver a la peruana, se mantuvieron en silencio, ella junto a la mexicana, eran lo más importante que tenían para esa batalla.

Mi amor ¿Estás bien? ¿Te sientes bien? ¿Cómo despertaste? — se acercó a ella acariciando sus mejillas, estaba más que preocupado, sobre todo, por aquel ojo dorado que resaltaba más en ella ¿Era una consecuencia de la esencia de aquel Dios?

Russ, estoy bien, de verdad, aunque lo del ojo me deja pensando un poco, pero sigo vivita y coleando cariño, no tienes que preocuparte tanto — agarró las manos del mayor antes de darle un beso en su mejilla, separándose en unos segundos al percatarse que los demás los veían — Hey perras ¿Por qué tanto silencio después de todo ese escándalo?

Ojos de Oro - RusperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora