0 -•Desconocidos

23 0 0
                                    

Harry caminaba ensimismado a través de la tenue neblina de las calles vacías de la ciudad, el viento fresco chocaba contra su cabello y se sintió a gusto por un momento. No imaginaba que salir de su casa después de tanto tiempo le resultaría agradable y tranquilizador. Se cuestionó una vez más si ir a la casa de Stiles era una buena idea, o se daría media vuelta una vez estando frente a su puerta.

Bueno, no sería la primera vez, pensó.

Pero si quería rehacer lazos con quién una vez fue su mejor amigo, debía apartar a un lado ese sentimiento de miseria absoluta que sentía cuando miraba a su amigo, quien le recordaba tan solo con una mirada fugaz lo que había pasado hace tres años atras. Le resultaba una tortura, la culpa y el odio que sentía; podía sentir como esos sentimientos seguían alojados inminentemente dentro suyo, y los identificaba como las razones únicas por las que, de un día a otro, su vida había perdido sentido.

Pero hoy, el último día de vacaciones de verano antes de volver al instituto, decidió que por solo un momento quería dejar de llevar esa carga insoportable sobre su espalda, y poder acercarse a Stiles, hablar talvez, volver a los viejos tiempos, aunque en este mismo momento ni con todas sus esperanzas puestas en su acto de valentía, podía creer que eso fuera posible.

Suspiró con angustia. Le dolía pensar el hecho de que nunca podría sobrellevar lo que sucedió en el pasado, de que nunca podría su vida avanzar, que nunca podría volver a lo que era antes. A los sueños tontos que alguna vez había visto tan cerca, a los momentos de adrenalina y felicidad que compartió con sus amigos. Temió, que por siempre viviría dentro de ese cuerpo que respiraba pesimismo y culpa, que talvez se aferraba a la vida con el único fin de vivir miserablemente como castigo de sus propias acciones, aunque haya pasado tanto tiempo repitiéndose en sollozos que lo que pasó con su amigo no había sido su culpa, ni la de nadie.

Con amargura podía recordarse que nunca dió resultado.

Volvió su vista al frente, su cabello volaba en todas partes y le golpeaba la cara. El viento parecía soplar con más fuerza, y al parecer, nubes oscuras se había instalado en el cielo que en ese momento ya estaba teñido de un color oscuro, anunciando que en poco tiempo comenzaría a llover.

Harry frunció el ceño, mirando al nuevo clima con molestia. Le parecía increíble pensar que, después de tanto tiempo, su momento de valentía se viera estropeado por una estúpida lluvia. Aunque, a juzgar por la fuerza del viento en ese momento, y en los rugidos del cielo levemente oscurecido, no parecía nada menos que la advertencia de una tormenta.

Con un bufido incrédulo ante tal situacion, Harry comenzó a darse la vuelta, después de todo, el destino al parecer no quería que pusiera en orden su vida. Trataba de convencerse a sí mismo, a pesar de que bien sabía que le llevaría, a estas alturas, más tiempo llegar a su propia casa que a la de Stiles.

Reconoció una vez más, después de todo, que seguía siendo un cobarde.

Por el rabillo del ojo, vió a una persona parada unos metros a la distancia. Ignorarlo no era gran cosa, pues así como él era fácil pensar que otra persona estuviera en la calle apunto de presenciar una tormenta inminente. Pero no lo hizo, y se volteó nuevamente.

Cien metros más o menos los separaban, una cuadra exacta y en medio de ellos el viento disparando basura y lo que vaya al alcance, parecía estar furioso sin perdonar nada a su paso, levantaba un montón de polvo y arena, creando asi un escenario tenebroso en la que los dos extraños no eran capaces de apartar la mirada del otro.

No podía descifrar su expresión, pero la suya era de incredulidad total y un sentimiento extraño que lo tenía temblando de pies a cabeza. Aunque fácilmente podía culpar de ello al viento que ya se encontraba rugiendo al unisono con el cielo que en ese momento parecía a punto de lanzar rayos eléctricos al azar sobre su cabeza.

Después de una vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora