vii.

669 81 16
                                    

LUEGO DE LO QUE FUE UNA EXTENSA SEMANA DE RODAJE, los chicos del cast se decidieron por fin salir a recorrer el lugar donde se estaban quedando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUEGO DE LO QUE FUE UNA EXTENSA SEMANA DE RODAJE, los chicos del cast se decidieron por fin salir a recorrer el lugar donde se estaban quedando. Con el frío, el agotamiento y la pesadez por culpa de la dieta —en algunos casos— no pudieron darse el gusto de hacer de las suyas.

—¿Tienen fuego?

Valentina, que caminaba entre medio de Juani, Blas, Fran y Pipe, miró hacia atrás. No habían empezado a caminar hace mucho, ahora mismo pasaban por un callejón que era bellísimo. Luces cálidas los iluminaban desde arriba y por donde sea que mirasen iban a encontrar flores y bares por doquier.

De igual forma el lugar era estrecho, con paredes de piedras que se alzaban a ambos lados. Matías, Enzo, Agustín y Esteban terminaron por detrás del resto, mientras las sombras del resto los envolvían.

Volviendo a lo anterior, hacían unos cuantos minutos desde que dejaron el hotel y Matías recién ahora notaba la ausencia de su encendedor. Para variar, tenía un cigarrillo en la mano, cosa que Valentina detestaba; gracias a esto, ahora él fumaba con más empeño.

—¿Vos tenés, flaquita?

Cuando la chica le dirigió la mirada, disgustada, él no dejó pasar la oportunidad. Enzo y Agustín, quiénes ya consideraban predecible todo lo que ocurriera entre los más jóvenes y quiénes eran espectadores de la situación ahora mismo, se dirigieron miradas fugaces sabiendo lo que se aproximaba.

—No.

—Entonces, ¿para qué mirás? —cuestionó Matías, buscando hacerla saltar— Si querés probar, solo tenés que pedir —sonrió.

Valentina arrugó aún más las cejas, —¿Tengo cara de que quiero probar?

—¿Sabés de qué tenés cara? —él preguntó, preparándose para responder.

El resto de los presentes, caminando con las manos en los bolsillos o incluso sosteniéndose entre ellos, comenzaban a bufar ante otra de las disputas constantes entre ambos. Ya se habían hecho costumbre, discutían hasta por lo más mínimo, todo era motivo de pelea.

—Podemos jugar al juego del silencio, ¿no? —Esteban propuso, sonriendo sarcásticamente.

—Tomá —Enzo le murmuró a Matías una vez que la conversación acabó, pasándole un encendedor.

Al menor se le iluminó la cara de felicidad.

—¿Ya te dije lo mucho que te quiero, Enzito?

—Si tanto me querés, hacé silencio, Mati.

La caminata prosiguió entre murmullos de cada uno por su parte. Mientras paseaban, analizando cada lugar nuevo que descubrían y tomándose el tiempo de sacarle fotos a todo lo que les llamaba la atención, decidieron que pararían en una cafetería.

Obviamente, los chicos no podían tomar más que un café sin azúcar. En otro contexto, Valentina hubiera tomado eso para burlarse de Matías pero como el resto sí le caía bien, optó por llamarse al silencio.

MIDDLE OF THE NIGHT; matias recaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora