tears

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Cuando abrió los ojos, un techo diferente se materializó sobre su cabeza, el sonido de la maquina estaba ausente y por primera vez, Kyo se encontró en completo silencio. Parpadeó débilmente su visión aún borrosa, intentando enfocar el techo blanco, había una lampara apagada y entonces se dio cuenta de que la única luz provenía de los débiles rayos del sol que entraban a través de las cortinas en la ventana que estaba junto a la cama.

Era la primera vez que podía percibir el sol. Sintió su calor tibio acariciando su piel y tuvo la certeza de que se encontraba fuera de ese laboratorio.

"¿Donde estoy?" intentó decir, pero solo un sonido ronco salió de su garganta. Trago saliva sintiendo la lengua seca, de repente tenía mucha sed. Parpadeó pesadamente. Seguía en la misma posición solo observando el techo. No escuchaba voces, esos hombres y mujeres con batas de científicos no se encontraban ahí, o por lo menos no en la habitación. Quizás era una mala idea hacer ruido, en caso tal que volvieran, pensó. Sin embargo tenía que saber si podía hablar, sentía la mandíbula y lengua entumidas.

― ¿Dónde...? ― Logró decir luego de un par de intentos.

No intentó mover el cuerpo aún, pues en el pasado lo había hecho y los científicos le habían sedado con calmantes aún más fuertes.

Escuchó pasos. Una forma borrosa se fue acercando y cuando sus ojos pudieron enfocar el rostro del que provenía esa voz grave que llamaba su nombre, Kyo creyó que seguía soñando. De todas las personas en el mundo, ¿Porqué tenía que ser el maldito de Iori Yagami? Quizás aún seguía atrapado y esa era una pesadilla, pensó por unos segundos escuchando las palabras de su rival. Parpadeó un par de veces notando que, en realidad si había despertado y eso que estaba pasando era real.

No estaba soñando. Pero no sabía si estar atrapado en esos laboratorios o indefenso en una habitación con el heredero de la luna era peor. Su pulso se aceleró conforme su cerebro le enviaba adrenalina por todo el cuerpo. Se puso tenso e intentó moverse, tenía que poner distancia entre ellos.

― Esta vez yo me encargaré. ― Dijo Iori con su profunda voz.

¿Qué significaba eso? ¿Qué se encargaría él de acabar con su vida? ¿Era eso?

A pesar de que su cuerpo estaba débil al pasar tanto tiempo en estado comatoso inducido, el pánico le hizo encogerse y apoyarse con los codos, levantando el torso, en un vano intento por huir. Obviamente las piernas no le respondieron, no luego de llevar tanto tiempo inmóvil y sin usar los músculos.

― Maldición ― gruñó y estiró el brazo hacía Iori invocando sus llamas. Su mano tembló en el aire y su fuego no acudió.

La expresión de Kyo fue de absoluto terror al darse cuenta de que estaba completamente indefenso. ¿Porqué no podía usar su fuego? Se preguntó en esos segundos de pánico. No sentía las piernas, pero estaba infinitamente más preocupado por no poder invocar el fuego ancestral de su familia. Si Iori decidía atacar en ese momento, sería sin lugar a dudas su fin.

― Por fin te has despertado. ― Murmuró Iori con tono sarcástico, observando el brazo de Kyo extendido hacía él.

La mano de Kyo tembló ligeramente, su cuerpo alerta ante cualquier movimiento brusco o amenazador. Pero ningún movimiento violento llegó y Iori solo se dedicó a organizar su almohada. Como si todo estuviese pasando en una película y no en la vida real, Kyo observó al pelirrojo tomarle la temperatura con un termómetro electrónico y hablar con tranquilidad.

― Ya no tienes fiebre. ― Anunció mirando la pequeña pantalla del termómetro. Luego se giró y le ofreció un vaso con agua y unas píldoras.

¿Porqué Yagami mostraba amabilidad hacía él? ¿Acaso seguía soñando?

ShatteredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora