Memories

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Esa noche luego de lavarse la cara y los dientes, Kyo volvía a sentirse cansado solo con caminar el trayecto entre el baño y la cama. Sin embargo notó algo diferente en el espejo y era que su rostro comenzaba a tener un poco de color. Sus mejillas estaban un poco más coloradas que antes y las ojeras bajo sus ojos menos definidas que antes. La comida estaba ayudando a fortalecer su cuerpo a pesar de que el malestar y el agotamiento general aún no se iban.

Se sentó en la cama para tomar aliento y Iori entró en la habitación sosteniendo unas prendas recién lavadas. Las colocó sobre la cama y se acercó a él con expresión severa. Kyo tardó unos segundos en darse cuenta de porqué lo miraba así. Había una mancha rojiza en su camiseta blanca que bajaba por su columna vertebral. Kyo no podía verla por completo, pero podía sentir la humedad de a sangre. No se había dado cuenta de que tenía una herida en la espalda por lo que miró a Iori desconcertado.

— Ten más cuidado al moverte idiota, — exclamó a modo de regaño.

— No lo hice a propósito — gruñó Kyo como respuesta. ¿Qué estaba insinuando con ese tono, qué el no quería recuperarse? Apenas pudiese caminar con normalidad, lo primero que iba a hacer era irse de allí.

Iori suspiró cansino y se acercó hasta quedar frente a él. Sin pedir permiso le tomó por los brazos y comenzó a alzarle la camiseta para quitársela.

— Puedo hacerlo solo — se quejó el castaño. Con cierta dificultad pudo quitarse la camiseta, estirar los brazos le dolía, pero Kyo había estado herido antes y el dolor no era tan fuerte como una fractura, así que solo apretó los dientes y se aguantó.

Una vez con el torso desnudo, Iori examinó su espalda. Kyo tenía varias heridas circulares bajando por su espalda, siguiendo la dirección de la columna. Iori recordó que cuando le había encontrado en ese tanque en el maldito laboratorio, el joven estaba conectado a varias máquinas a través de largos tubos en su espalda. En ese momento, con la adrenalina a tope, la ira y la premura de ponerlo a salvo, Iori había tomado el cuerpo inconsciente y había tirado con fuerza para arrancar los tubos. En el proceso, la piel se había lacerado y en algunas partes inclusive, había abierto cortes profundos.

Al parecer los científicos habían estado usando esos tubos para inyectar diversos fármacos, Iori no había tenido tiempo de checar las máquinas individualmente para entender que era lo que estaban haciendo. A lo lejos se escuchaban tiros de ametralladoras y explosiones, Iori sabía que los soldados de Heidern estaban invadiendo el lugar y él tenía que actuar rápido o encontrarían a Kyo primero. En su mente solo tenía claro que debía sacarlo de allí y que no iba permitir que nadie más lo tocara.

Por eso había arrancado todos los cables y tubos a garrazos y se había llevado a Kyo en brazos.

Las heridas no habían sanado aún y con el movimiento de Kyo en los últimos dos días, se habían abierto. Iori supo que debía hacer una curación y asegurarlas bien con vendas y espadrapos o podrían infectarse y convertirse en un problema mayor.

— Esas heridas se van a infectar si no las lavamos de inmediato — Aseveró y luego se dirigió al baño — Pondré a llenar la bañera.

Kyo no dijo nada, solo se quedó sentado en la cama escuchando como el pelirrojo abría la llave en el baño y comenzaba a llenar la bañera. Ya se había acostumbrado a que Iori le trajera comida, pero pensar en que le haría una curación, era tan fuera de lugar y tan contrario al comportamiento que Iori había mostrado en el pasado, que Kyo se sintió abrumado y no se movió de su sitio.

— ¿Qué estás esperando? ¿Quieres que te cargue? — la voz de Iori, sardónica y con su molesto tono autoritario, lo sacó de sus pensamientos.

ShatteredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora