Capítulo 2 - Rin

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Al abrir los ojos lo primero que hago es agarrar mi celular para ver la hora, pero un post it amarillo pegado sobre el teléfono de lo impide.

-"Tuve que salir temprano porque hubo un problema en el trabajo, te dejé el desayuno sobre la mesa. Te amo" -Leí. Últimamente ha estado muy ocupado.

Quito el papel de la pantalla con cuidado y veo la hora, son ya las 7:30. Que ganas de seguir durmiendo, más aun con el dolor muscular que cargo.

Cómo cada mañana cuento hasta tres y me levanto de la cama, me lavo los dientes y me pongo ropa deportiva y unos audífonos para salir a correr; un trote suave que normalmente dura 30 minutos tuvo que ser reducido a la mitad en esta ocasión por la pelea de ayer.

Después de calentar un poco en la entrada de la casa abandono el lugar trotando mientras escuchando las nuevas canciones de Miku que esta vez tienen un tono algo triste y melancólico, aunque algunas son algo agresivas, esas son especialmente más favoritas.

"Esta es la revolución, la guerra del amor" –Canta Miku cuando llego a casa después de 15 minutos.

Al llegar voy directamente al baño a tomar una ducha para después sentarme a desayunar lo que Len hizo para mí: un omelette con tomates en rodajas y jamón, algo de ketchup a un costado formando un corazón. Típico de Len.

A eso de las 8:10 le mando una foto del plato vació a Len "estaba delicioso el desayuno, gracias <3", pero él no me responde, debe estar muy ocupado.

Esta es la rutina habitual, levantarse temprano, hacemos un poco de ejercicio juntos y después volvemos a casa a desayunar, algo que se volvió costumbre y pasó de manera natural luego de mudarnos juntos a lo que era la casa de papá. Después él va al trabajo, generalmente a las 9:00 y yo al gimnasio a eso de las 9:30. Entre la 1:30 y las 2:00 de la tarde nos reunimos para almorzar y entonces vuelve al trabajo y yo hago lo que sea que esté programado en mi horario, ya sea hablar con mis patrocinadores, entrenar para la siguiente pelea, visitar a mamá o simplemente cualquier otra cosa. Es una rutina a la que nos acostumbramos y con la que estamos conformes.

[. . .]

A los 10 años me tuve que cambiar de escuela, de alguna manera me había vuelto un poco conflictiva, papá ya no estaba en casa para decirme que estaba bien y que estaba mal y no escuchaba lo suficiente a mamá. El cambio de escuala fue inevitable, allí pasaba sin pena ni gloria, no me peleaba con otros niños y hacia caso, pero no hacía mis tareas y era irresponsable.

Había una niña en especifico que me buscaba pelea, se llamaba Neru, rubia igual que yo, pero más alta, la típica niñita que se hace la valiente cuando está con su grupo de amigas, pero se acobarda si está sola.

No fue difícil hacer que dejara de molestarme, como en ese momento andaba siempre con la cabeza agachada era de esperarse que me molestaran por parecer más débil que otros niños y más aun si siempre andaba sola, un poco de bullying injustificado y bromas sin gracia hicieron que me peleara con esa niña terminando ambas en inspectoría con un regaño que no pasó a suspensión solo porque otros niños salieron a hablar diciendo que yo solo me defendí porque ella me molestaba. Después de eso me dejó tranquila.

Pero gracias a eso gané el cariño de mis compañeros, empezaron a hablarme y a querer juntarse más conmigo, me invitaban a jugar con ellos al patio y me preguntaban si podíamos hacer equipo en los trabajos grupales, me había hecho amiga de varios niños y niñas por igual, a partir de ese punto hubieron cambios positivos en mí, me hace más social, empecé a poner atención en clases, etc. Mamá parecía feliz.

El abril de mis 11 años, discutí con una profesora, un debate estúpido sobre si la ilustración del libro de ciencias era una salamandra o un tritón. Parece que la profesora andaba en sus días porque me mandó a inspectoría alegando que le estaba faltando el respeto, así que me pusieron a barrer el patio como castigo después de un largo sermón sobre respetar a mis mayores sinodales oportunidad de explicarme.

Cumplía con mi castigo cuando vi a otro niño rubio siendo intimidado por los amigotes de mi nuevo hermano. En ese momento simplemente atiné a acercarme pegarle con la escoba en la cabeza a uno de los niños que al verme se me acercó soltando insultos y demás groserías, pero yo solamente le volví a pegar con la escoba esta vez en las canillas, sus amigos se me acercaron con la misma intención, pero si algo había aprendido de papá, era golpear partes que dejaran adoloridos a mis contrincantes para ganar ventaja: un par de escobazos a los muslos y a la parte superficie posterior de los brazos. Jamás en más partes nobles porque eso es de cobardes.

Al cabo de un rato de pelea uno de ellos me reconoció como la hermana menor de su mejor amigo y al saberlo todos se fueron, ventajas de tener un hermanastro pandillero.

Dejé la escoba a un lado y me acerqué al otro niños para ayudarlo a ponerse de pie. Surgió la típica pregunta cliché de si estaba bien a lo que él respondió alzando la mirada diciendo le dolía un poco el brazo, recuerdo que en ese momento pensé que sus ojos eran una mezcla hermosa que oscilaba entre el azul y el verde, bonitos y profundos.

Se presentó como Len Kagamine y yo como Shion Rin. Me dijo su edad, yo le dije la mía. Me dijo en que grado estaba y yo le dije que estaba en el salon continúo al suyo. De alguna manera terminamos sentados juntos hablando de cualquier cosa. Después de eso empecé a dejar de lado a mis amigos para reunirme con él en cada recreo, nos volvimos inseparables, luego de un tiempo se volvió normal oír a otros decir que parecíamos hermanos o un reflejo del otro, tanto así que hasta nuestras fechas de nacimiento coincidían.

A nuestros 14 años pasó lo que ya todos sabían que iba a pasar: nos hicimos novios, los años juntos conociendo cada aspecto del otro nos llevaron inevitablemente a desarrollar sentimientos más allá de la amistad, cómo si estuviéramos destinados y fue Len quien dio el primer paso dando inicio a nuestro primer beso y a lo que considero la mejor relación del mundo mundial.

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