Capítulo 10.-El amor de un padre.-

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Alyrya.

Luego de aquella situación, pasó alrededor de una semana en la que Lady Alicent se la pasaba golpeando la puerta de los aposentos de Rhaenyra, pidiendo perdón, clemencia.
Eso, me divertía. Y me enteraba porque sir Criston, tal y como prometió, me trae información. Sir Christopher está enfadado conmigo, al parecer. No se ha aparecido ante mí. Me entristece de cierto modo. O eso creo que es. Sentí tristeza cuando Aemma falleció. O tal vez fue porque sentí como si me pasara a mí. No logro descifrar mis sentimientos. Me levanto de la cama, viendo que estaba amaneciendo. ¿Cuándo volverá Daemon? Extraño su presencia. Su olor. Sigue sin ser amor. Pero, extraño sentirlo cerca. Extraño sus labios, sus caricias. Tal vez es porque hace bastante que no tengo relaciones íntimas con nadie más que mis propias manos. Podría cogerme al primero que golpee la puerta.

Como por arte de magia, la puerta fue tocada.

-¿Princesa? ¿Está disponible?-Sir Criston. Oh.

-Para ti siempre.-Grito, posterior, la puerta se abre.

-Mi princesa.-Me saludó y el rechinido de su armadura al moverse me hizo mantener mi vista en él.-Ha vuelto.

Mi corazón late con fuerza. Casi se me sale por la boca.

-¿Lo ha hecho?-Consulto.

Los recuerdos vividos vienen a mí.

-¿Dónde está?-Pregunto nuevamente y espero ansiosa a que me responda.

-En sus aposentos. Ha hablado con el rey.

-Llévame, por favor.-Estiro mi mano y él se adelantó de inmediato para ayudarme.

¿Hay algo peor que un embarazo? Apenas puedes moverte. Tus pies se hinchan. Parece que te tragaste un banquete entero. No se dejen embarazar, a menos que el padre sea un Targaryen heredero al trono de hierro.
Caminamos por el extenso pasillo, con cada paso parece más largo y eterno. Finalmente estamos frente a la puerta de Daemon, sonrió y le indico con la vista a sir Criston que puede irse.

Sin tocar, paso. Viendo que se estaba dando un baño. Estaba relajado, abrí con ciudado y la cerré con fuerza, haciéndolo sobresaltar.

-Dae.-Saludo, mis manos tiemblan. Las pongo sobre mi panza.

-Bastardita.-Me saludó y sonríe.

Dioses. Me ama. ¿Cómo puede sonreírme así y no amarme? Es, imposible. Lamento no corresponderle.

Me acerco y tomo la mano que me ofrece.

-Te creció el cabello otra vez. Me encanta largo.-Le digo con una sonrisa sintiendo la caricia en mi panza.

El bebé patea. Daemon, sonríe.

-¡¿Lo sentiste?!-Dice, histérico y feliz.

-Claro que sí. Me pateó la vejiga.-Bromeo.

Se sienta en la tina y posa su cabeza sobre mi vientre.

-Las extrañé.-Dice en un suspiro cansado.-Demasiado. Creí que nunca volvería a verte, Aly.

-No seas exagerado. Me arrodillaría a besarte pero, no puedo y yo no me arrodillo ante nadie.-Daemon ríe jocoso.

-Sigues siendo toda una romántica, mi amor.

-También te extrañé.-Siento que debo decirlo.

Era cierto. Hice que volviera. Lo pensé cada día de estos cuatro meses. Mentira no era. Lo había extrañado.

-Ven aquí.-Ordena y levanta su cuerpo, mojandome en el proceso y une sus labios contra los míos. Con fuerza. Con necesidad, apenas puedo seguirle el paso. Sí que me había extrañado.

-¡Espera!-Digo cuando va a quitarme el vestido.-No puedo.

-¡¿Qué?!-Exclama caprichoso.-¿Por qué? ¿Por qué estás casada o qué?

-Apenas puedo moverme.-Digo y respiro agitada ante sus caricias.

-Puedes usar esa boquita.-Sugiere.

-¿alguna vez te he dado sexo oral? Usa tú tu boquita.-Digo y le sonrío provocativamente.

-Eres la primer mujer que no se desvive por chuparme la verga.

-Y tú el primero que tarda tanto en poner su boca en mis labios.

-¿Aelor lo ha hecho? ¿Lo dejaste?

-¿en verdad quieres saber?-Bromeo nuevamente.

Estoy siendo cruel y me gusta.

-Tú me perteneces. Cada parte de tu cuerpo y tu frío corazón.-Posa su mano en mi cuello y lo acaricia.

-No le pertenezco a nadie.-Digo y permito que siga la caricia.-Me pertenezco a mí misma.

-Le quitas el romanticismo a todo, Bastardita.

-¿Vas a usar tu boquita o seguirás diciendo incoherencias?

-permite que me bañe al menos, Adicta.

-Bien.-Digo y me alejo.

Me siento en la cama y veo como vuelve a ponerse en la tina, restriega su cuerpo y no deja de verme. Me encanta la atención que siempre tiene en mí.

-Limpia bien esa verga. Sabrán los dioses donde ha estado.-Me limito a decir mientras veo mis uñas.

-En mis pantalones. Y en alguna ocasión en mi mano para mear.-Largo una carcajada, incrédula.

-¡por favor! Podrías ser el bufón de la corte. No te cree ni tu madre.

-Creeme o no. No he estado con nadie. No soy como tú.

-¿Cómo yo? ¿Qué quieres decir?

-¿Vas a negar que te acostaste con Aelor?

-No debo darte explicaciones, Daemon. No lo hacía antes cuando teníamos una relación, menos lo haré ahora.

-No pido explicaciones porque yo no las doy. Simplemente, me parece hipócrita de tu parte que digas eso. Posiblemente montaste al dragón.-Bromea.

-Al único dragón que monté fue a Atticus y hasta ahí. Apenas podía moverme.

-Dices que ¿no dormiste con Aelor?

-Digo lo que digo, hermano. El único hombre que ha estado en mi cama y sobre mí, eres tú. No seas celoso, eso me aburre.-Puras mantiras. Amo que sea celoso. Eso, demuestra su interés amoroso en mí.

-¿Crees que estaría celoso de Aelor? Por favor, Alyrya.

-Bien.-Digo.

Pasan cinco minutos en los que restriega su mano en su cuerpo para limpiarse. Mi vientre empieza a dolor levemente, una patada. Dioses. Lo acaricio con suavidad y hago respiraciones.

-¿Qué te pasa?-Me pregunta, brusco.

-El bebé patea.

De repente salió del agua con rapidez y puso sus manos mojadas sobre mi vientre. Esperando una nueva patada.

-Dae...

-Cierra el pico, mujer. Déjame disfrutar.

《Qué bonito.》

Me da cierta ternura. Daemon quiere ser el padre de este bebé. Quiere ser mi esposo. Quiere ser amado. Puedo darle una de esas tres cosas.

-Hola bebé.-Dijo e hizo caricias.-Soy tu padre.

Me gusta que le hable en Valyrio desde el vientre.

-¡¿lo sentiste?!-Exclama emocionado al sentir la patada.-Patea porque sabe que soy su papi. Te amo.-Dice poniendo los labios sobre mi vientre.

-Sí, Dae. Lo siento.-Le digo con una sonrisa.

En vez de hacer algo más, simplemente nos quedamos recostados en la cama con Daemon acariciando mi vientre. No pude decirle nada. ¿Hay amor más grande que el de un hombre que desea ser padre? Al parecer no. Esta cosa aún no nace y ya tiene a Daemon a su merced. Lo tiene como quiere, eso, será beneficioso para mi futuro.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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La bastarda roja||Version Green.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora