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—¿Ah, sí? ¿de dónde?

—Mmmh, de una revista de ciencias que lee mi hermano mayor, te pareces mucho a un científico del que él es fan.

—Oh, ya veo y no es que me parezca... es que soy esa persona.

El rostro de José se iluminó con una sonrisa al ver al hombre que se encontraba con la nariz ahora  sangrante se ponía tímido al confesar su identidad, y supuso que era normal dada la condición en la que le conoció.

—¿Ese es tu auto?— señaló el mini Cooper.

—Sí.

—No puedes conducir en ese estado, estás herido y sangrando.

—¿Y como voy a regresar a la ciudad?

—Si usted señor Aquamarine me deja puedo ofrecerme a llevarlo a un hospital para que atiendan esas heridas.

—No creo que sea necesario.

—Bueno ¿a tu casa?

— repito que es inecesa... —antes de terminar el hombre cayó inconsciente por la perdida de sangre que pasó de casi nula a abundante.

José lo sostuvo en el acto mientras ideaba la forma de llevar a un lugar seguro al joven de cabello negro y ojos brillantes, así que decidió subirlo a su motocicleta, asegurando  el cuerpo al suyo con un pequeño arnés improvisado por un par de cuerdas que solía llevar en el compartimento de su vehículo junto con un casco extra, mismo que puso a Aqua, por suerte la contextura del científico ayudaba que el conducir no fuera complicado.

                                                                                 ✧✧✧✧

Al abrir los ojos, la luz era incómoda pero al acostumbrarse Aquamarine pudo observar el lugar dónde se encontraba, un living lujoso por el ángulo en el que se viera, con una decoración sumamente minimalista  pero que dejaba ver la presunción y arrogancia de quien fuera el dueño del inmueble.

—Oh, ya despertaste— la voz de aquel hombre resonó en la cabeza del pelinegro.

—¿Dónde estoy? — se levantó abruptamente levantando el edredón que cubría su cuerpo.

—   Estás en mi departamento, vivo por lo que veo.

—¿Por qué no lo estaría?

—Bueno, es que sangrabas mucho y cuando te desmayaste no supe que hacer más que traerte aquí.

—¿Y traes a cualquiera a tu casa?

 —Depende, si es bonita tal vez.

—No te pregunté tu vida mi bro.

 —Todavía que limpio tu sangre y curo tu ceja rota... ¿así tratas a tu salvador?

—Tu cola.

 — ¿Qué?

—So

 — Lo tomaré como un gracias— el joven simplemente le sonrió a modo de juego.

— De igual modo, gracias pero me temo que debo regresar a casa... es de suma importancia ¿y mi teléfono?— se preocupó al no sentirlo en su bolsillo.

—¿Teléfono? no tenías uno... bueno sí habían dos en el suelo junto con otros dispositivos y unas USB.

—¿Qué?

 —So

—No puede ser, me puse tan nervioso que arruiné mi teléfono también.

 —Ni  modo.

So... this is love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora