Amor entre Pinceles y Flores.

La playa del romance

Bueno aquí me encuentro llegando a mi destino, aterrizando en el aeropuerto de este pequeño país tropical, despúes de dieciocho horas y media de estar sentado con escala en Francia de casi cinco horas, al fin toco tierra con mis pies, camino entre los pasajeros que al igual que yo estan algo entumecidos, bueno, sabiamos de antemano que sería un vuelo largo.

En fin, me dirijó a recoger mi equipaje sin problemas, lo cual agradezco al cielo porque no estoy de humor para más contratiempos, en efecto como me dijo Armin a las afueras del lugar me encontré con un chico alto, castaño,con gesto de superioridad y un enorme cartel con mi nombre, me encamine hacia donde se encontraba, para salir de mis dudas.

-Hola, tu eres Jean Kirschtein el chofér que contacto Armin Arlet?

-Hola señor asi es, disculpe usted es Levi Ackerman?

-Bueno creo que seria algo extraño que te hablara sino lo fuera, pero de igual forma creo que deberiamos mostrar nuestras identificaciones para salir de dudas, no crees?

-Claro señor!!

Al momento de realizar tal acto, me di cuenta que el chico era confiable, no optó por una respuesta hóstil, sino que más bien se mostro alegre y tranquilo al corroborar nuestras identidades, tomó amablemente mi equipaje y lo guardo en la parte trasera del auto, para indicarme que podiamos partir cuando lo dispusiera, durante las dos horas de viaje hacia la ciudad de Puntarenas, me demostró una mente ágil y una conversación nada aburrida con momentos de silencio, lo cual agradecí, dado que podía apreciar el paisaje y memorizar en cierto punto la ruta.

-Disculpe la tardanza señor Ackerman, es por el tráfico, está muy poco fluido el día de hoy.

-No se preocupe signore Kirschtein, entiendo el problema.

Cuando logramos evadir ese lento retraso, mi ojos tuvieron acceso a mi nuevo punto de residencia, una ciudad costera rodeada por el mar, cual único acceso era la carretera sobre la franja de tierra que la conectaba con la parte continental.

- Curioso verdad señor Ackerman, la naturaleza sorprende como logra unir cosas de manera que parece imposible, a la derecha el mar y la izquierda un estero donde terminan algunos ríos de agua dulce, solamente divididos por un trozo de tierra,es demasiado fantástico.

-Si signore, la naturaleza siempre resuelve sus problemas y cumple sus caprichos.

A lo que sonrió el chico para de inmediato comentar que pronto estariamos por llegar a mi nuevo hogar. Y en serio aquello fue cumplido, en veinte minutos nos encontrabamos aparcando al frente de una casa de tamaño mediano, dos plantas y cochera, en el análisis rápido que pude hacer en el instante al llegar, al bajarme del automóvil note como la costa se encontraba realmente cerca, podía sentir la maravillosa brisa salada y escuchar las olas rompiendo en la playa, definitivamente era un sector turistico muy agradable. Estando sumido en mis pensamientos escuche la voz de Jean, sacándome de mi distracción mientras luchaba con cargar todo el equipaje.

-Señor Ackerman!! Le comento que habrá un festival en una de las atracciones más llamativas de este lugar, "el faro" quizás usted luego de tomar un descanso le gustaria dar una vuelta por el sitio.

Al acercarme para ayudarle con su tarea, lo observé pensando que talvéz no estaria mal hacerle caso, quizás esa edificación más un poco de bullicio podrián ser la inspiración necesaria para una pintura diferente.

- Quizás Jean, no niego que tengo un maldito cansancio por el largo viaje; pero gracias a tu entusiasmo, tomaré una siesta de una hora y me dirigiré a ese famoso lugar, claro esta, si me indicas la ruta a tomar.

- Si señor, le aseguro que le encantará además a este sitio le llaman "la playa del romance",quizás pueda conocer a alguna persona interesante.

El comentario que realizó Jean me pareció tan irreal que lo miré friamente, con una expresión de "que diablos me estas hablando, crees que soy un hombre en busca de aventuras amorosas" misma que no tuve que expresar en palabras y que el joven Kirschtein percibió inmediatamente para ofrecerme una disculpa y terminar con su trabajo de bajar las maletas y acomodarlas dentro de la residencia e invitarme a pasar.