Conociéndonos

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La alarma de mi teléfono suena sin parar; despierto con molestia-creo que el cambio de zona horaria si me afectó- me remuevo entre las sábanas de mi cama estirando perezosamente mi brazo en dirección a la mesita de noche, buscando ese maldito -piiii piiii piiii - lográndo agarrarlo para apagar esa mierda de ruido, me lo acerco a mi aperezada cara-Demonios!!- son las nueve de la mañana y supuestamente veria a Hange más temprano -Me levanté de prisa directamente a la ducha, no entiendo bien mi reacción, pero esa chica castaña acelera mi corazón despertando emociones como si fuera un adolescente, soy un hombre de edad adulta no debería sentirme ilusionado.

Solo tengo un día de haberla visto, ni siquiera tengo exactamente el día, solo fueron unos minutos, unas palabras intercambiadas y un sonrojo en su preciosa cara.

No soy estúpido en el área amorosa, se que a muchas mujeres les he atraido y mis relaciones pasadas han variado de ser muy aburridas, frías a caóticas, pero siendo sincero todas han tenido algo común, fueron vacías, no calaron lo necesario en mi interior para alejarme de mis objetivos y desear atarme a una vida compartida.

Al pasar mis manos por mi cara, siento como el agua tibia cae sobre mi cuerpo, trayendo el recuerdo de la linda florista a mi mente, su dulce sonrisa, sus ojos brillantes detrás de sus lentes, su cuello delgado, sus delicadas manos y el tono acaramelado de su piel.

El estado de trance que me produce su recuerdo comienza a crear una reacción en mi, sintiéndo un dolor punzante en un área sensible de mi anatomia -Mierda!- al darme cuenta de mi situación abro más la llave del agua, necesito que el agua fría me ubique y recuerde que soy un caballero, ante una mujer que apenas conozco, mereciendo todo mi respeto hasta el de mi imaginación. Aunque en este momento y solo por esta vez dejaré que mi naturaleza más primitiva me arrastre al paraíso de mi imaginación.

Al terminar con esta turtuosa tarea y mi baño, salgo de la ducha con una toalla atada en la cintura, camine hacia el closet donde coloque mi ropa para buscar la vestimenta adecuada que utilizaré, tomé un boxér color blanco, una camiseta verde oliva con cuello polo, unos pantalones de lino color café y mis zapatillas tejidas.

Vistiéndome rápidamente, sin olvidar colocarme mi loción con olor a pino y el infaltable desodorante, recogí mis pertenencias a la vez que me debatía mentalmente, en si irme caminando o utilizar el auto.
Mi mente se revolvía en mil ideas mientras me tomaba un jugo de manzana reclinado en el lavado de la cocina, atrayendo mi atención el arreglo floral, que descansaba sobre la mesa, ese que Hange habia hecho, me acerque para tomarlo y cambiarle el agua nuevamente agregando los cubos de hielo para tratar de seguir prolongando su duración.

Al concluir mi labor, me apresure a ir a mi punto de interés, decidí no llevar nada de equipo, la idea de que pintura realizar la habia obtenido la noche anterior, una imagen de innocencia y pureza embriagante.

Así que si algo más lograba atrapar mi atención, lo captaría con mi célular, para luego bocetearlo.

Hundido en mis ideas salí rumbo al faro, donde me esperarian los puestos, niños corriendo, parejas de la mano, familias comprando artesanias o comidas y los turistas que deambularán en busca de fotografías memorables.

Al arrivar al sitio busqué el puesto de la signora Zoe, al ser domingo se encontraba bastante concurrido como lo tenia contemplado.

Miraba con recelo a mi alrededor al ser mi primera vez en ese lugar a plena luz del día, por suerte llevo mis lentes oscuros que me permiten disimular mi mirada de estrés por tanta actividad - Mierda dije entredientes- me siento desubicado, por no aceptar que estoy perdido.

De repente sobre mi hombro derecho siento un leve apretón, unos delicados dedos ejerciendo presión...

-Levi ?... estás bien? Pareces perdido.

Amor entre Pinceles y Flores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora