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—¿Un trato?

Pensando en su propia propuesta, como si su razón hubiera conseguir hacerse escuchar, Bakugo se detuvo un momento en cuanto su mente comenzó a plantearse los motivos tras su actuar. Él, a quien siempre le resulto molesto involucrarse en los asuntos de los demás, cuyo interés nunca se mostraba a menos que fuera para acercarlo más a su objetivo, acababa de proponerle algo a un chico del cual ni siquiera estaba seguro como catalogar su presencia. Fue impulsivo. Aquel chico de cabellos bicolor y él no poseían una cercanía. Eran meros extraños. Dos personas quienes poseían menos conversaciones que niños recién presentados.

El largo contacto visual se vio interrumpido cuando cientos de vibraciones se escucharon desde el bolsillo del delantal que llevaba puesto Shouto haciendo a ambos recordar el embrollo en que estaban. Tenían un restaurante lleno, cientos de personas aguardando ser atendidas y una larga fila esperando fuera. Si bien la idea de Bakugo parecía una solución, existía un pequeño problema, no poseía conocimiento del como Shouto preparaba sus platillos. Por más buen chef que fuera, incluso para él sería difícil replicar con meras explicaciones la preparación de platillos tan diversos.

—¿Qué tal se le da el dinero? —la pregunta poco tardo en llamar la atención de Bakugo.

—Soy... bueno en ello.

—No disfruto nada pedir esto, pero —atento a los labios contrarios, el de orbes carmín tuvo que hacer esfuerzos por prestar atención a las palabras que de estos emergían y no al movimiento— ¿Podrías ayudarme a cobrar?

—¿Qué harás con la recepción de pedidos?

Viendo cómo el contrario soltaba un suspiro, lo vio dirigirse hacia un pequeño librero del cual saco unas pequeñas pantallas tan delgadas como hojas—. Odio tener que usar estas cosas —expreso mientras presionaba un botón—. Entregué esto a los clientes.

Sin mediar más palabras, cada uno tomo una posición. Haciendo su mejor esfuerzo por mostrarse amable, Bakugo hizo entrega de aquellas pantallas las cuales, como pudo observar, por si mismas brindaban una explicación a los clientes sobre cómo utilizarse. Se trataba de un sistema digital donde una versión pequeña de Shouto orientaba a los clientes como realizar y efectuar sus pedidos entre los diversos menús. Escuchando una pequeña campana, Bakugo fue hacia la pequeña ventana que daba hacia la cocina donde encontró una bandeja con una de las primeras ordenes que se hicieron. Sin poder hacer preguntas al cómo funcionaba tan curioso sistema, Bakugo se dedicó a cobrar y repartir pedidos por todo el restaurante. Aunque se sintió temeroso por ir a entregar un pedido mal, las mismas pantallitas lo orientaban al tener en ellas un numero asignado.

Habiendo conocido a tal cafetería en momentos de tranquilidad y relajación, Bakugo esperaba que tal armonía se rompiera ante el hecho de que tal lugar ahora tuviera a tantas personas conversando temas tan diversos. Sin embargo, pese al ruido, seguía sintiéndose esa aura tan agradable, incluso si los pedidos tardaban un poco en salir y la fila no disminuía, ningún cliente lucía molesto ni se escuchaban quejas, incluso quienes se encontraban haciendo fila a las afueras del establecimiento se mantenían con gran paciencia en espera de poder ser atendidas.

Las horas transcurrían, apenas una mesa era desocupada se limpiaba y se ocupaba con nuevos clientes. Los cobros resultaban un poco problemáticos pues Bakugo debía ser veloz en ir desde algún punto hacia donde se encontraba la caja donde debía efectuar cobros cuidadosos donde se incluían propias basadas en el servicio ofrecido. Cuando el reloj marco las 8 no se notaba alguna disminución en los visitantes a la cafetería. Mientras se encontraba efectuando un cobro, Bakugo alcanzo a escuchar un sonido extraño provenir de la cocina, apresurándose a terminar y tan pronto estuvo libre fue hacia la cocina donde encontró a Shouto tumbado en el piso sujetándose una de sus piernas.

Tardes de Pastel con fresas y Café [BakuTodo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora