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~ Un hijo del dios del agua.
~ Un hijo del dios del fuego.
La vida de Aiden Lancaster no sería igual con la presencia del hijo del dios de los mares.
Amigo, enemigo o posiblemente algo más, era algo que aún él no podía descifrar.
Y con la de...
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~ AIDEN ~
Durante el desayuno todo estuvo bastante tranquilo, Silena y Beckendorf se sentaron conmigo, ella intentaba trenzar un mechón de mi cabello mientras yo jugaba con la fruta de mi plato, no tenía apetito. No después de lo de anoche.
— Te preocupa algo Aiden?— su voz era dulce y suave. — C y yo discutimos. No se que le pico, no se si Percy le hizo algo.— dije suspirando. — Ya te he dicho que te alejes de ella, solo discuten y tú eres quien termina sintiéndose mal y...— la voz de mi hermano se detuvo en seco.
Levante la mirada y Clarisse estaba de pie junto a la mesa. — Buenos días para ti también Beckendorf,— dijo fingiendo una sonrisa. — Silena, tan linda como siempre.— dijo, Silena sonrió. — Hola nena, todo bien?— pregunto la pelinegra. C asintió.
— Aiden podemos hablar?— el tono de su voz era suave. Diferente. — Claro, de todas maneras no tenía hambre.—
Fuimos detrás de una de las cabañas cercanas del comedor. — Que sucede?— dije serio, aún seguía algo molesto por cómo me habló. — Quiero disculparme contigo por cómo actúe ayer, el enano hizo... la verdad no se que hizo pero el me causó que me mojara con el agua del inodoro, estaba molesta y me desquite contigo y...— comenzó a hablar tan rápido que apenas la entendía.
La tome de las manos y la mire a los ojos. — C, respira. Entiendo, solo... solo intenta controlarte la próxima vez, yo nunca te he hablado así.— dije con la mayor sinceridad del mundo.
C solo pudo abrazarme y noté como se aguantaba las ganas de llorar. — Odio pelear contigo.— susurró. — No peleamos. Quien dijo algo de pelear?— dije confundido. Ella sonrió y trató de respirar con más tranquilidad.
— Quiero aprovechar para contarte sobre...— De repente un sonido interrumpió a C, este lleno el aire del campamento, era el sonido de la caracola. El aviso de que pronto empezaría el juego de captura bandera.
— Crees que puedas contarme después? Es momento de planear una venganza.— dije en tono burlón. — Que haría sin ti?— dijo riendo. — Probablemente iniciar una guerra.— bromee y ella golpeó mi hombro a forma de juego.
Ambos nos dirigimos a nuestras respectivas cabañas ha buscar nuestras armaduras, era hora del juego.
( 🗡️ )
Nos encontramos todos en el punto de partida, rojos contra azules. Divididos por el río que cruzaba el campamento. Quiron estaba sobre una colina comentando las reglas del juego. — Y recuerden campistas, nada de mutilar o asesinar. Quien obtenga la bandera del equipo contrario primero y la lleve al río será vencedor. QUE COMIENCE EL JUEGO!— gritó mientras sonaba la caracola por segunda vez, dándonos la indicación de ir a nuestros puestos de batalla.
