Destripados.

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Durante casi un mes, no volvió a ocurrir nada más extraño. La rutina volvió al hogar familiar pero toda esta normalidad se vio interrumpida por un duro golpe que asestó a la familia.


Nuestra perrita Dorothy apareció destripada y descuartizada en la puerta del patio. Esa imagen tan gore me atormentó durante días. Empecé a tener una visión roja de la vida, como aquel charco de sangre, las horas eran constantes clases de anatomía, toda clase de órganos, miembros amputados distribuidos por todos lados. Durante más de una semana en mi casa solo se respiraba vacío y tristeza, apenas había comunicación entre nosotros y, aunque para mi padre fue el primer hecho ''extraño'', para mi madre, mi tía y yo, era el tercero.

Respecto a lo que pasó, en ese momento nada sabíamos, y tampoco imaginábamos que podía haber pasado, o más bien, qué podría haberlo ocasionado. Cuando ocurrió, mi padre fue a denunciar el hecho pero no le mostraron soluciones, excusándose con que habría sido una bestia salvaje. Esa respuesta tenía lagunas, dado que Dorothy no había ladrado y era un mastín.

Mis pesadillas ya no eran de personas iguales a nosotros que se posaban ante nuestros ojos y permanecían mudas, ahora veía a Dorothy ladrar sin parar ante aquellos seres. Todas las noches se volvían a producir estas pesadillas, noche tras noche, dormía muy poco y estaba muy cansado.

Réplicas IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora