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POV Vivi

No podía dejar de pensar en su confesión, en el dulce tono de voz que utilizó para decirme que me quería, en el rubor de sus mejillas mientras pronunciaba aquellas palabras, en nuestra desnudez siendo testigo, en sus ojos purgando mi alma.

"¿Mi respuesta? Llegaría justo a tiempo", confiaba.

Estaba esperándola para ir a tomar once. Me encontraba sentada afuera de la cabaña, sobre un asiento hecho con troncos, aprovechando la naturaleza, la brisa fresca. Había bastantes turistas recorriendo el complejo y sus senderos. Muchos extranjeros cargando instrumentos musicales, camino al lago. Al parecer, organizarían una especie de fiesta en la orilla. En lo que observaba, apareció una mina con todo el aspecto de gringa. 

-¡Ey! -saludó-. Esta noche haremos una fiesta allí abajo, en el la..., lag...

-Lago -la ayudé. Sí, definitivamente era extranjera, pero su español era casi perfecto.  

-¡Eso! -sonrió incómoda- estás invitada, si quieres.

Traté de ser cordial para que no se sintiera mal, parecía amable. 

-¡Gracias! -terminé de contestar y llegó Cony encontrándose de frente con la gringa. 

Me miró, extrañada, y luego a la mina, arqueando una ceja. La extranjera la observó con una sonrisa tímida. 

-Espero que puedan venir. Ambas están invitadas -corrigió, Cony me miró sin entender y yo insistí en fingir que todo iba normal. El ambiente se había puesto curiosamente tenso-. Bien, ¡nos vemos luego!

-¡Nos vemos! -respondí de igual manera. La mina se reintegró a un grupo de jóvenes que parecían ser amigos o, al menos, conocerse, y siguieron caminando, entre risas, en dirección al lago. 

-No entendí, ¿de qué hablaba? -preguntó la bailarina. 

Antes de responderle, la escaneé de punta a punta. No pude evitar morderme el labio al ver sus piernas descubiertas por los shorts. Su postura siempre estilizada, imponía elegancia aún con ropa urbana. Me tenía fascinada. 

-¿Hola? -chasqueó los dedos enfrente de mí para que le prestara atención- ¿Acaso debo ser rubia para que me escuches y respondas?

Comencé a reír. Me había hecho un reclamo con aires de celos. 

-No lo puedo creer, ¿la gran Constanza Capelli está celosa? -bromeé asumiendo los riesgos de una capricorniana enojada. "El que tenga miedo de morir que no nazca", pensé. 

Se inclinó hasta rozarme la nariz y me elevó el rostro del mentón. Nuestros ojos se encontraron y una especie de escalofrío recorrió mi cuerpo.

-Para nada, sólo tengo la boca llena de verdades -sentenció para luego soltarme. Me levanté y le indiqué por dónde ir. Anduvimos un tramo en silencio, prestando atención al canto de los pájaros y al ruido que ocasionaba el viento cuando acariciaba las ramas, las hojas. Había mucha gente cantando, tomando fotografías, haciendo picnic entre los arboles. Respiré hondo disfrutando ese instante, rodeada de personas pasándola bien. Me sentía afortunada por estar viviendo aquel momento con la mina que tanto me gustaba. Pero no sólo me gustaba, sino que además estaba enamorada y la quería demasiado. La miré caminando a mi lado, tranquilamente, como si no hubiera arrasado mi mundo, como si no hubiera cambiado toda mi vida. "Como si no supiera que ella es mi vida", reflexioné. "¿Cómo se siente que alguien te quiera tanto, Capelli?", pregunté en mi mente. Sonreí justo cuando se percató de mi mirada. 

-¿Te seguirás riendo de mí? -gruñó-. No estaba celosa, pero me gustaría que me pongas en contexto. 

-Bueno, ella nos invitó a una reunión, barra carrete, que realizarán a orillas del lago. Se acercó repentinamente y fue breve. ¿Qué piensas? ¿Quieres ir?

LEALTAD ||  Vico  ||  Cony Capelli & Vivi AcevedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora