doce

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Él no había podido evitarlo, de verdad que no. Algo en su interior había estallado con la pequeña confesión de Gun, sacando su parte omega más profunda a relucir. Primero, había apoyado la cabeza en el hombro del mayor, y el aroma a alfa había sido tan intenso que se había sentido desfallecer. Cuando quiso darse cuenta, su nariz se deslizaba suavemente sobre el cuello de Gun, impregnándose del enloquecedor aroma.

Un gruñido bajo rasgó el pecho del mayor, haciendo a Cher estremecer. No fue capaz de moverse. Lentamente, Gun llevó su mano a la nuca del omega y comenzó a repartir suaves caricias en la zona. La piel se erizó bajo las yemas de sus dedos, y Cher dejó escapar un suave suspiro que golpeó directamente en la base de su garganta. Un gruñido, esta vez un poco más fuerte, hizo vibrar su pecho. No sabía cómo habían llegado a aquella situación, pero todo su autocontrol se estaba yendo a la mierda.

- Cher, por favor...para.

Su voz salió ronca, gutural, pero no podía evitarlo, la suprema excitación comenzaba a apoderarse de su cuerpo. Tenía que detener aquello, o acabaría arrancándole la ropa al omega en aquel lugar público. La idea hizo que sus pantalones estuvieran un poco más apretados de repente; quería marcar a Cher, hacerle saber a todo el mundo que el omega más perfecto que alguna vez pisó la faz de la Tierra le pertenecía. Pero no podía, aquello no iba a pasar.

Cher, finalmente, comenzó a retirarse despacio. Su omega gruñendo por la separación.

- Lo...lo siento mucho, Gun. Mi-mi celo está a punto de empezar y...no volverá a pasar.

Cher parecía avergonzado y realmente arrepentido. ¿Cómo no estarlo si se había restregado en el cuello de Gun como un desesperado? Había oído cientos de leyendas sobre la combustión espontánea, pero nunca quiso con tantas fuerzas que fuera real.

Mientras, Gun parecía ajeno a la vergüenza del omega. Su tono arrepentido caló con fuerza en su persona, "Mi celo está a punto de empezar." "No volverá a pasar." Claro que no lo haría, no podía permitirse hacerse ilusiones cuando Cher solo había seguido sus instintos guiado por el próximo inicio de su calor. Era una reacción natural, no significaba que sintiera nada por él. Aún así, una sensación de vació se instauró en alguna parte bajo sus costillas, sospechosamente cerca de su corazón.

- No importa. Vamos a ver la película.

No habrían podido hacerlo ni aunque hubieran empleado toda su fuerza de voluntad. Los ojos de Gun parecían estar anclados en Cher y en su perfecto perfil. Se deslizaban con admiración, acariciando con la mirada sus largas y rizadas pestañas, sus pómulos altos, su nariz respingona y sus voluminosos labios. Dios, se moría por besar esos labios. Aunque el jadeo que escapó de estos cortó todo el fantaseoso flujo de sus pensamientos. Y la oleada de olor a omega que se esparció después por toda la sala, le hizo clavar las uñas tan profundo en la butaca que sintió que arrancaría la tela. Absolutamente todo el cine pareció entrar en tensión, incluso Akk parecía haber tensado todos los músculos de su cuerpo.

- Cher.

Ayan no se molestó en susurrar cuando lo sintió. Su amigo acababa de entrar en celo. ¿Cómo podía ser tan irresponsable? Lo único que recibió como respuesta fue un agónico jadeo entrecortado. Cher lloraba, y podía verlo temblar desde su lugar. Se levantó, ignorando a los alfas que permanecían con expresiones pétreas y ojos cerrados, intentando mantener el control. El olor de omega de Cher era uno de los más fuertes que Ayan había olido jamás. Era tan irresponsable lo que había hecho, no importaba cuántas ganas tuviera de acudir a esa especie de cita con Gun.

- ¡Vamos! - Apremió.

Tomó a Cher del brazo y le obligó a levantarse. Con dificultad, corrieron fuera del cine y siguieron corriendo hasta llegar a casa del omega. Por suerte estaba a un par de manzanas. Para cuando consiguieron llegar a la habitación de Cher, éste temblaba y se retorcía en gemidos y sollozos de dolor. No había rastro de Jigsaw y su madre.

- Ayan.. - Le llamó, con la voz rota.

Se movía de manera errática sobre las sábanas. Tenía calor, tanto calor, y dolía como el infierno.

Ayan corrió hacia el baño y rebuscó en el armarito hasta que dio con una caja de supresores, tomó una de las pastillas rojas y se la dio a Cher. La tomó sin agua. Tenía suerte de conocer la casa de su amigo como si fuera la suya. Ayan se sentó junto a Cher en el colchón y comenzó a acariciarle la cabeza, estaba empapado. Le susurró palabras de aliento hasta que, poco a poco, se calmó.

- Cher, ¿por qué no cancelaste la salida si ibas a entrar en tu celo? Podríamos haberla atrasado. - Le reprimió suavemente.

Aquello, definitivamente, no había sido una buena idea.

Cher gimió bajito y se abrazó a la cintura de su amigo.

- Pero...Ayan, hoy no tendría que haber empezado mi calor. - Habló, haciendo un puchero contrariado. - Se suponía que empezaba la semana que viene, apenas estaban apareciendo los primeros síntomas. Nunca lo había sentido tan fuerte.

Ayan frunció el ceño, era extraño que a un omega se le adelantara el celo.

- ¿Estás hablando en serio? ¿Seguro que no se te olvidó que era hoy? A veces eres un poco despistado, y estabas muy emocionado por salir con Gun...

Cher negó efusivamente, con los ojos cerrados.

- Míralo.

Le señaló al calendario que colgaba de su pared, y Ayan se dirigió a él. Era cierto, el primer día de su celo estaba marcado para dentro de una semana. Ayan frunció el ceño y se giró hasta su amigo. A decir verdad, había pasado algunos de sus celos a su lado y nunca lo había visto en ese estado. Normalmente estaría más sensible de lo habitual, y se pondría a comer helado como si no hubiera un mañana para después llorar arrepentido porque iba a engordar. Siempre le dolía un poco el abdomen, pero nada que no pudiera soportar. Definitivamente, nunca había visto nada como aquello antes. Cher tenía el pelo pegado a la frente debido al sudor, y, juraría que sus pantalones estaban algo oscurecidos. Estaba lubricando. No paraba de retorcerse, y gruesas lágrimas escurrían por sus pálidas mejillas. No era normal tener un celo tan fuerte, a no ser...

- ¿Sabes que cuando un omega reconoce a su pareja su cuerpo reacciona intentando conseguir una unión?

Los ojos de Cher se abrieron y miró a Ayan con la vista borrosa.

- ¿Y?

- Que su calor se intensifica y puede llegar a adelantarse.

A Cher le costó un par de segundos entender lo que quería decir su amigo, pero finalmente, su boca se abrió y sus mejillas se tiñeron de rojo.

- ¿Estás diciendo que Gun es mi...

- Eh, yo no he mencionado a Gun. A lo mejor es Akk, o a lo mejor es algún otro alfa que estuviera en el cine, aunque, guiándome por cómo tenías la nariz pegada a su cuello, sí, yo apostaría porque es Gun.

Y mentiría si dijera que aquella idea le gustaba. Ayan suspiró, el omega de Cher tenía realmente un pésimo gusto.

- Pe-pero, eso no puede ser...

Los ojos de Cher volvieron a inundarse en lágrimas mientras se sentaba y abrazaba sus rodillas.

- Ey, ey, cariño, ¿Cuál es el problema? Pensaba que Gun te gustaba...por muy inexplicable que sea eso...

Cher abultó sus labios en un puchero mientras rompía a llorar.

- Pe-pero y-yo a él no le gusto... - Hipó, escondiendo la cabeza entre sus rodillas.

Ayan rió suavemente, abrazando a Cher.

- bebé, no hay forma de que no le gustes a ese estúpido alfa. ¡Vamos, si cada vez que te giras te mira como si fueras lo más impresionante que ha visto en toda su vida! Y, no nos olvidemos de su pequeña confesión accidental.

Cher asomó sus ojitos sobre sus piernas, estaban rojos y brillantes.

- ¿Se-seguro? - Preguntó sorbiendo por la nariz.

Ayan asintió.

- Ahora túmbate, necesitas descansar.

Cher durmió profundamente entre sueños protagonizados por un imponente alfa de cabellera negra como la noche.

Intocable. [ForceBook Adapt.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora