Capítulo O5.

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En los próximos días, se volvió una rutina para el alfa cargar contra su pecho al cachorro, adorando la sensación de darle confort y calidez contra su cuerpo, perdiendo el miedo de lastimarlo o herirlo de alguna manera

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En los próximos días, se volvió una rutina para el alfa cargar contra su pecho al cachorro, adorando la sensación de darle confort y calidez contra su cuerpo, perdiendo el miedo de lastimarlo o herirlo de alguna manera.

Felix tampoco se había apartado de su lado, cuidando del cachorro y acompañándolo en todo momento, alentándolo a seguir de esa manera mientras el omega se encargaba de darle de comer a Jungwon y mantener bajo control sus signos.

—De hecho, su cachorro está mejorando demasiado.—Comentó con felicidad, anotando en su tabla.

—¿Cree que pronto saldremos de aquí?

Asintió.—Posiblemente, si es que Jungwon sigue estable en los próximos días, podrán cambiarlo a la otra área para una rápida revisión. Depende de lo que vean allá, le avisarán si en ese mismo rato salen, o pueden quedarse un día o dos más.

—Entiendo.—Abrochó su camisa, observando como su cachorro era acomodado nuevamente en la incubadora.

Su lobo protestó ante la información, tomando una postura rígida y mostrando una expresión de inconformidad. Chan se mantenía al margen con su lobo desde el fallecimiento de su omega, comprendiendo la agonía que estaban los dos sobrellevando, pero compartiendo un sentimiento de felicidad al tener la presencia de su cachorro a su lado. Aunque en esos últimos días, su lobo se había presentado más de lo acostumbrado en cuanto veía al enfermero, percatándose de su dulce aroma tan pronto como se encontraban en el mismo espacio.

A Chan no le desagradaba el aroma que desprendía el omega, pero le inquietaba de sobremanera la reacción que tenía su lobo ante él. Sentía en breves momentos como si su lobo mostrara un interés por el omega, aquel tirón extraño que surgía cada vez que lo veía se iba intensificando, inclusive podía jurar que se sentía cómodo estando a su lado sin necesidad de hablar, simplemente compartiendo el mismo espacio.

Y al saber que su tiempo con él se estaba acabando, tenía de mal humor a su lobo. ¿Por qué? No conocía al hombre más allá que le ayudaba con los cuidados de su cachorro, que le ayudaba a sobrellevar su proceso de recuperación y alejaba por instantes la tristeza que amenazaba con llevárselo, pero de ahí en fuera no lo conocía más.

—¿Tienes mucho tiempo trabajando aquí?—Cuestionó, tomando asiento en el pequeño banco.

—Aproximadamente cinco años, primero inicié como ayudante de las consultas generales, también laboré como ayudante en los partos, al final me dediqué al área de neonatos porque pensé que es un área poco reconocida y que merece más apoyo. Cuando recién me transfirieron, no había mucho por hacer y hubo casos en los que difícilmente me asignaban, pero cuando fuimos disminuyendo en enfermeros, yo me hice cargo de todo por acá.

—Eso es fantástico, es increíble la dedicación que tienes con todos los cachorros.—Halagó, observando a su alrededor.—¿Qué te hizo quedarte? ¿Por qué aquí?

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