⸻「 Capítulo 1 」

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«La inspiración puede llegar de formas tan pequeñas que si te sientas ahí esperando la gran epifanía, te sentarás ahí por el resto de tu vida».

Irvine Welsh.

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En resumidas cuentas a Alastor le disgustaban muchas cosas. Entre esas... los perros. Desde el punto de vista de un entrenador eran criaturas extremadamente leales. A muchos les gustaba definirlos como adorables. Aunque de tan solo pensarlo le hacía vomitar sangre. Por supuesto... para un cazador, un perro de caza siempre era la mejor opción. Sin embargo... el ser una presa era el mismísimo infierno.

La herida de bala que tenía a su costado le dolía como la mierda. No obstante, gracias al desagrado que sentía por los canes, la mordida de su pierna izquierda era sin duda la peor. La hija de puta iba a dejarle una enorme cicatriz.

Desde luego... si salía vivo de ese maldito bosque.

Alastor siempre había actuado en solitario. Era un hombre de pocas palabras con un círculo estrecho de conocidos. Entre esos Mimzy. La protagonista de su desgracia. Alastor no odiaba a la cantante. ¿Cómo podría hacerlo? Era adorable. Le aborrecía tener que limpiar su mierda cada vez que metía la pata.

De salir con vida de esa persecución la iba a matar. Dios sabía que iba a sacar cada órgano de su maldito cuerpo con el propósito de exhibirlo en el club en donde actuaba.

Alastor forzó sus pulmones a respirar aire fresco en el momento que ingresó a la devastada e insólita edificación. Gracias a la oscuridad de la noche e incluso de las gruesas gotas de agua lluvia el asesino no pudo darle forma a la misma.

A pesar de toda esa mierda... era un maldito techo encima de su cabeza. De lo único que tenía que preocuparse era de poder detener la hemorragia que causó la herida de la bala y evitar milagrosamente que el perro de caza lo rastreara hacia allí.

Francamente no estaba del todo seguro que la lluvia pudiese eliminar por completo el olor de la sangre. Todavía seguía consciente gracias a la pura adrenalina. Sin embargo... en el momento que él cayese producto del intenso dolor. Alastor estaba seguro que iba a morir.

Iba a perecer de la forma más vergonzosa posible.

La puta madre... Mimzy.

¿Quién en su sano juicio oculta a su verdadero amante culpando a su maldito compañero de copas?

Alastor estaba seguro que el esposo de la maldita cabaretera intentó dispararle tres veces en la cabeza.

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En el transcurso de la madrugada Alastor recobró la consciencia aproximadamente tres veces. Quizá fueron más; sin embargo, no estuvo del todo seguro. Después de todo, él estaba al borde de la muerte.

En la primera ocasión escuchó la voz de un hombre hablando con alguien más. No... no era alguien era algo. Aquello que sintió era en definitiva el jadeo que ocasionaba un animal grande. Alastor se asustó porque sospechó que se trataba del perro de caza.

No obstante... esa no era la voz del esposo de Mimzy. Alastor escuchó durante toda la noche las maldiciones que el hombre le escupió hasta el punto que reconocía a distancia si se trataba de él o no.

Alastor estaba con alguien más.

En la segunda ocasión que Alastor recobró la consciencia escuchó una dulce melodía que provenía de la voz que habló con el animal hace aproximadamente un par de horas atrás. Aquel hombre cantaba una canción que él no reconoció. Quizá... porque su cabeza no estaba del todo despierta que él filtraba cada palabra que el hombre pronunciaba.

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2024 ⏰

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