Capítulo IV

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¡Feliz 14 de febrero!

Tuve inspiración estos días así que, para compensar las pocas actualizaciones, hoy toca maratón. Tres capítulos seguidos así que sin más disfruten la lectura. 

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Dolía, dolía demasiado, sentía que moriría en cualquier momento. Su respiración era cada vez más errática, ya no pudieron hacer nada y sus manos temblaron al sostener los restos de lo que alguna vez pudo haber sido su hijo. No podía soportarlo y sus lágrimas comenzaron a salir, de repente aquello que sostenía se había vuelto una masa gelatinosa que escurría entre sus dedos, se sentía como sangre y asustado quería salir corriendo, pero las risas no dejaban de atormentarlo. Mikey solo sonreía ahí sentado en la camilla del hospital donde minutos antes dio a luz a lo que pudo haber sido su hijo, pero, lejos de verse triste solo había una macabra sonrisa en sus labios.

—Tú lo mataste, fue culpa tuya no mía... —No...no, Mikey no diría eso.
—TÚ LO MATASTE...

—¿Baji? ¿BAJI? ¡DESPIERTA POR FAVOR! —Abrió los ojos de golpe bastante asustado y miró su alrededor, Mikey y Draken lo miraban preocupados.

—¿Otra vez tenías pesadillas? —Baji asintió y solo se dejó abrazar por Mikey.

—Tranquilo aquí estamos Ken-chin y yo, todo está bien ahora. —Miró a Mikey y asintió correspondiendo el abrazo y acariciando el vientre ya más abultado del omega.

Hacía varios días que había comenzado a tener pesadillas, ya no podía conciliar el sueño con normalidad y se veía como bajos sus ojos ya se notaban más marcadas las ojeras, además del cansancio acumulado en el trabajo.
Estaba hecho mierda y lo sabía, necesitaba vacaciones.

—¿Baji?

—No te preocupes, estoy bien —le dio un corto beso a Mikey y solo lo abrazó.

—Te voy a extrañar mientras estés en Tokyo... —Mikey se aferró más al pelinegro, estaba más sensible de lo normal y aunque parecía que se había tomado bien la noticia de que querían que Baji fuera durante una semana a la nueva sede en Tokyo para capacitar a nuevos empleados le había afectado demasiado al pequeño rubio. Sabían los riesgos que tenía este embarazo y era primordial que el Alfa estuviera con el omega, pero nada podían hacer.

—Draken se quedará contigo, no estarás sólo. —Le siguió haciendo cariño y le lleno el rostro de besos haciendo sonreír a Mikey —también yo voy a extrañarlos.

—¡El desayuno está listo! —llamó Draken desde la cocina y ambos bajaron, querían disfrutar la mayor parte del tiempo juntos antes de que el pelinegro se fuera mañana.

No había pasado ni un día y ya el humor de Mikey había cambiado, se había negado a salir del nido que hizo con la ropa de Baji y había intentado lastimar a Draken. El más alto solo suspiró y salió de la habitación para ir a ver como seguían Kotaro y Kenta. Sonrió al verlos ya despiertos y jugo con ellos hasta que ya casi era la hora del almuerzo. Los cargo a ambos y los llevo a la cocina sentándolos en sus sillas especiales, así los vigilaría mientras preparaba el almuerzo.
Tenía que ser comprensivo con el omega huraño que ahora se negaba a salir de la habitación, podría hacerlo, aunque eso le costará dormir en el sofá por seis días.

—Debemos cuidar de su madre, por favor sean niños buenos y coman sin botar la papilla —los niños solo miraban a Draken curioso y milagrosamente pudo alimentarlos sin causar un desastre y suspiró aliviado.

Sería una larga semana.

Ya casi no recordaba lo ajetreada y ruidosa que era la vida en Tokyo, esas no eran las vacaciones que había soñado. Solo era un estúpido viaje de negocios. Pediría un descanso al regresar, solo quería estar en casa con su amado omega siendo vagos todo el día mientras se quedaban en cama mirando alguna boba película.

Sonrió ante ese pensamiento ignorando todo lo que había a su alrededor. Le habían dado el día para que pudiera instalarse en su hotel, pero prefirió dar un paseo hasta que muerto de hambre entró a un pequeño restaurante. No era tan lujoso o costosos pero la comida era realmente buena. Aún era temprano, tenía tiempo de sobra para caminar por ahí hasta que su teléfono comenzó a sonar.

—¿Qué quieres? —respondió de mala manera mientras caminaba por la gran ciudad.

—Sólo por casualidad me enteré de que estarías en Tokyo esta semana entonces... —hubo una pausa y solo una pequeña risa se escuchó —¿Qué tal si nos vemos?

—No creo tener nada que conversar contigo, todo lo que quieras saber deberías hablarlo con el presidente. Después de todo él fue quien te contrato.

—Vamos, no seas así...

—Lo siento —la chica solo suspiró algo molesta al escuchar aquello e iba a protestar —ah, Miki.

—¿Sí?

—Por favor deja de llamarme, no sé cómo conseguiste mi número, pero para es molesto... —Y corto la llamada sin decir más.

La chica molesta al ver que le había cortado la llamada solo lanzó su teléfono lejos mientras gritaba bastante molesta, llamando la atención de su asistente.

—¿Sucede algo señorita?

—¡Cómo se atrevió a rechazarme! Lo odio, lo odio mucho... —Siguió hablando consigo misma bastante molesta hasta que finalmente solo respiró y acomodó su cabello. —Baji Keisuke será mío tarde o temprano.

—¿Por qué le interesa tanto ese joven, señorita?

—No seas tonta Lily, está claro que él es mi Alfa y lo voy a tener tarde o temprano... —Sonrió y termino de arreglarse la ropa y el maquillaje mientras se miraba en el espejo de la habitación —Vamos no quiero pasar la noche aquí.
Dicho eso ambas chicas salieron del hotel para ir a pasar el rato a uno de los mejores clubes de Tokyo.

𓊈𝚄𝚗 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊 𝙿𝚊𝚛𝚊 𝚍𝚘𝚜 𝙰𝚕𝚏𝚊𝚜𓊉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora