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Filipinas finalmente salió de aquel hospital, tenía un brazo que aún necesitaba recuperación. Había pensado en ir a la casa de su ex-suegro, quería dar su apoyo moral y físico en la búsqueda de USA, sin embargo, no podía, España lo odiaba y ni hablar de Canadá. Ciertamente, no tenía ninguna orden judicial que le impidiera colaborar en la búsqueda, sólo tendría las malas miradas  de los demás.

La gente se quedó con que él es el sospechoso principal ¿Por qué ayudaría en la búsqueda? Obvio, por ocultar su propio crimen.

Quería que todas esas falsas sospechas se borrarán, demostrarles a todos aquellos que era inocente y, en una meta más alta, encontrar sano y salvo al omega de heterocromia.

La policía no hacía mucho.

Simplemente se quedaban sentados en su oficina esperando que el viento trajera alguna pista.

Filipinas soltó un suspiro, sacó su teléfono, marcó un número con dificultad.

Su pie estaba ansioso, escuchó como su llamada era atendida ─ Hola, necesito de su ayuda.

─ ¿Para qué? ¿Para que escapes del país como una rata rastrera?

El alfa gruñó, esa omega era... ─ No, sólo necesitaré su ayuda para un asunto ─ del otro lado de la línea se escuchó silencio. ─ Bueno, más de ustedes.

─ ¿Qué quieres?

. . .

─ ¿Qué tanto escuchaste?

─ Lo suficiente ─ bajó la taza. ─ Lo suficiente para que Canadá te odié de por vida.

España apretó sus ojos y sus manos. Trataba de arreglar las cosas pero sólo las empeoraba, ya había perdido a USA, si algo le sucedía a Canadá, era su sentencia de muerte.

Literalmente.

─ Dime ¿Por qué una persona como tú se metió a ese mundo? ¿Falta de dinero? ¿Curiosidad? ¿Tratos?

─ No te debo explicaciones.

─ Oww~ Que rudo te ves ─ dijo con una sonrisa burlona. ─ De seguro esa faceta se te va al ver a ese tal florecita.

─ ¡Cierra la boca!

El ucraniano nuevamente soltó una risa ─ ¿Por qué lo llamas así, eh? ¿Acaso le gustan las flores?

─ No, sólo, ya cállate...

Al bicolor le encantaba molestar al de mayor edad, más cuando ahora lo tenía en la palma de su mano.

Se escuchó la puerta siendo manipulada, fue abierta y cerrada, el canadiense había llegado. Su ropa estaba llena de tierra y su cuerpo tenía algunos golpes, su padrastro fue a recibirlo pero al ver su estado se preocupó.

─ ¿¡Qué te pasó?!

─ Nada, sólo fui con la policía a reclamarles que no cierren el caso de mi hermano ─ se quitó su bolso, le sonrió al mayor para no preocuparlo. ─  Y pues, las cosas escalaron a mayores.

─ Pero...¡Agh! Esos malditos me van a escuchar ─ agarró algunas de sus cosas para salir de casa. Su hijo mayor se lo impidió. ─ ¡Canadá!

─ No, papá, no exageres, por favor, emmm...fue mi culpa ¿Si? Yo me enojé y le dió un golpe a un oficial.

─ Pero aún así, no tienen ningún derecho de tratarte así, sólo mírate ─ la mayoría de sus golpes eran graves, más alla de la fuerza controlada.

El de hojita soltó una risa nerviosa ─ Tranquilo, sigo vivo. Vamos, no te alteres.

─ Agh...Canadá.

Oh Chéri ─ RusAmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora