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─ Muchas gracias, doctor ─ dijo la fémina antes de retirarse cargando a su hijo.

El estadounidense también le hizo una seña, el pequeño había contraído una enfermedad común que le hacía tener temperatura y vómitos, lo último alertó a su madre. USA se había especializado en medicina tanto de adultos como de niños, siendo el último un campo más a explorar.

La puerta de su consultorio sonó, no era una cita pues no estaba agendada.

─ ¡USA! ─ saludaron al unísono sus amigos latinos.

Él también se puso de pie para recibirlos con un abrazo a cada uno.

─ Toma, para que estés bien alimentado ─ la boliviana le entregó algunas de sus especialidades en la cocina.

─ Lo hicimos entre todos ─ declaró el veterinario.

─ Gracias.

El grupo tomó asiento para conversar sobre anécdotas, el grupo se había conocido en la universidad siendo el colombiano y el estadounidense más cercanos, mientras que la boliviana y la argentina eran conocidas de otras carreras, irónicamente al salir de su facultad se volvieron a ver y desarrollaron más su amistad.

Entre anécdotas de los líos amorosos de la argentina, una pregunta resonó en el segundo hombre.

─ ¿Por qué tienes gafas? ─ el estadounidense se congeló.

─ Si, nunca las utilizas

─ ¿Te hiciste una operación?

El omega guardó silencio unos minutos ─ Tuve un accidente.

Esa única mención hizo preocupar a sus compañeros, levantándose para intentar ver la gravedad pero el inglés se negó.

─ N-no es nada, lo prometo.

─ Al menos dinos que te pasó.

Nuevamente el mayor de quedó callado ─ Me caí en el baño, soy un poco estúpido, ustedes saben...

Al parecer sus amigos creyeron su mentira ya que dejaron de preguntar.

─ Проклятый... (Maldito...)

Disparó.

El omega soltó un chillido del miedo, su hombro se vió manchado de sangre de su captor, no tuvo el suficiente tiempo para reaccionar cuando su muñeca fue víctima de un agarre que hizo mover sus piernas, estás se tuvieron que acostumbrarse al paso del otro para evitar tropezar.

En la habitación del omega quedó el cuerpo con una bala incrustada en la cabeza.

Mientras dormía había sido sorprendido con el cañón de un arma apuntando a su cien, apenas pudo gritar cuando su boca fue tapada, se dió cuenta que aquellas instalaciones donde lo mantenían en cautiverio había sido víctima de una emboscada, afortunadamente sus ahogados pedidos de ayuda fueron escuchados por su compañero quién alertó a los demás.

En los pasillos se toparon con otro intruso, el joven levantó su arma pero el ruso fue más rápido y dió una bala certera en la pierna del contrario quién soltó un grito y llevó ambas manos a su herida. USA debido al fuerte ruido se aferró al cuerpo del criminal, se sentía más protegido con él, asomó su cabeza por un lado de la anatomía del más alto.

Tomó las manos del alfa impidiéndole accionar la pistola una segunda vez.

El eslavo gruño.

─ Rusia, por favor...

Oh Chéri ─ RusAmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora