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Algún tiempo más tarde...

México miraba el escenario totalmente horrorizado. Él era considerado como una persona muy dura, pero ¿Cómo debía reaccionar ante esto? Un total de cinco policías habían sido asesinados: Tres de ellos habían sido molidos a golpes, al cuarto también se le evidenciaba golpes contundentes pero también había sido decapitado, y el quinto, tenía casquillos de bala en su espalda, una había dado en su espina dorsal quitándole la posibilidad de moverse, en ese estado, su cabeza fue blanco de golpes.

Para darle una cereza al pastel.

En una de las paredes estaba escrito: Тобі подобається Мексика? (¿Te gusta, México?)

─ Señor, recogimos más pruebas ─ le habló una de sus compañeras. ─ Al parecer, las víctimas fueron obligadas a pelear entre sí, en los nudillos de cada uno se evidencia pruebas de autodefensa.


─ ¿Qué sentido tiene obligarlos a pelear entre sí, si después los matan a todos?

─ Lo desconozco ─ guardó la hoja para sacar otra. ─ Todos murieron en tiempos diferentes, el último fue quién tiene casquillos de bala en su cuerpo.

México soltó un suspiro ─ Diles que vengan, necesitamos llevarnos los cuerpos para su identificación.

La menor asintió.

Mentiría si no dijera que sentía miedo.

¿Qué debería sentir si las víctimas fueron de su misma profesión? Y peor, siendo cinco. Al igual que el miedo recorrió su cuerpo cuando vió su nombre escrito en dicha pared.

¿Era un ataque dirigido a él? No lo sabía y no quería saberlo.

Tampoco era una idea descabellado, por sus acciones se había metido con personas peligrosas.

De ahora tendría más cuidado.

─ ¿Está bien? ─ El alfa tuvo un espasmo. ─ Oh, lo siento si lo asuste.

─ No, no, tranquila, estaba metido en mis pensamientos.

─ ¿Le preocupa este caso? ─ la fémina se puso a su lado.

─ Claro... no sé si esto es una forma de intimidación hacía mi persona o simplemente un aviso.

La menor miró dicho mensaje en la pared, esas simples palabras tenía demasiado pensativo al mexicano ¿Y quién no lo haría?

─ Señor, yo puedo acompañarlo.

─ ¿Qué dices?

─ Puede que reciba más amenazas, puedo estar con usted, dos son mejor que uno.

El latino mayor le dió una sonrisa ─ Te lo agradezco pero no es necesario, me puedo cuidar por mi cuenta.

─ Señor-

Por favor, no insistas.

La menor tembló ─ S-si, lo entiendo.


. . .


─ Díos mio...

Oh Chéri ─ RusAmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora