the neighbor

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Solo habían dos cosas en mi vida de las que era adicta; la droga y la pornografía.
Podría quedarme frente a mi computadora viendo y estimulandome hasta que mis ojos se cruzaran.

Pero esta vez solo puse un CD de una película pornográfica y me quedé en mi sillón viéndola, haciendo lo obvio.

Jadeos salían de mi, mientras mis dedos hacían lo que querían allí abajo, entraban y salían rápidamente mientras gemía. Mis ojos cerrados de placer dennotaban lo bien que me estaba sintiendo.

De vez en cuando observaba mi televisor para ver mejor aquellas escenas de pura pasión. Una sensación de cosquilleo se hizo presente en mis partes íntimas, dándome a entender que ya me corrí. Dí un último gemido de placer, para terminar limpiando aquellos fluidos en mi sillón de cuero. Me limpié mis manos y seguí viendo aquella película, con las piernas cruzadas.

Mis ojos comenzaron a pesar, mi cuerpo en plena relajación, mi respiración era regular y no agitada.
Lentamente mis ojos se cerraron, dejándome así ver solo una luz finita, la cual era aquella pantalla que era lo único que iluminaba esa sala.

Caí en los brazos de Morfeo.

Mañana siguiente.
10:56 a.m.

Mi cuerpo se sentía pesado, mi piel estaba húmeda y de mi cara salían muecas de desesperación.
Estaba agitada, me sentía mareada y había solo una cosa que podría disminuir aquella sensación de abstinencia.

Heroína.

Subí escalón por escalón a pasos pesados, mi pecho dolía, tenía náuseas, mareos. Me sentía ansiosa y nerviosa, mi cuerpo temblaba.

Mi habitación, que gracias a Dios estaba apenas subía, abrí la puerta, tratando de ir rápido hacia aquellas jeringas y ese líquido.
Aquel líquido... disminuía mi condición de este momento.

Mis ojos parpadeaban de una forma desesperante mientras lágrimas comenzaban a salir y caer en la alfombra en la que me encontraba arrodillada, en lo que rellenaba aquella jeringa de aquel líquido que prontamente sería inyectado en mis venas, junto a todos esos hematomas.

Busqué entre mis brazos alguna vena, y allí encontré una vena, de una forma brusca y dolorosa, inyecté ese líquido sintiendo en mi interior como entraba, fue doloroso, muy doloroso, pero fue un completo alivio. Estaba arrodillada en el suelo de mi habitación, con una sustancia recorriendo en mis venas junto mi sangre...

Una sensación de tranquilidad invadió mi cuerpo y mente, mis temblores desvanecen, mi respiración se vuelve regular poco a poco y dejo de sudar.

Me levanto del suelo, y tirando aquella jeringa usada junto a las demás, a la basura.
Bajo las escaleras lentamente, me percato de lo despeinado que está mi pelo, la ropa que estoy usando y del pequeño dolor en mi cachete.
Suspiré pesadamente, para observar mejor mi apariencia en el espejo al lado de las escaleras.

Estoy desalineada, mi pelo rubio desparramado por todas partes, tenía unas ojeras muy notables, mis ojos parpadeaban de una forma bastante pesada. Y el gran moretón que me había dejado aquel chico se mantenía allí. Deseaba en ese mismo instante que desapareciera.

Solo vuelvo a subir a mi habitación, y si, dando otro suspiro de cansancio. Tomé solo mi ropa interior y remerones hasta las rodillas, no dejando nada a la vista.
Entré al baño y lentamente me despojo de aquellos trapos que escondían secretos. Moretones en mi espalda, hematomas en mis brazos. Cicatrices en mis piernas y quemaduras en algunas partes de mi espalda.

Suspiré. No iba a llorar, pero fue tan solo un impulso que mis lágrimas cayeran por mis cachetes viajando por ellos y deteniéndose en mi cuello. Solo las limpio.

DRUGS: Síndrome de Abstinencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora