that act

87 6 1
                                    

Mis jeringas se estaban por terminar, al igual que aquel líquido.

Hoy tarde iría a ese peligroso callejón el cuál dos veces por mes iba. Y si no fuera por la colaboración económica de mi tía estaría en una grave deuda con aquel chico.

Aquella plata que recibo de mi tía es gracias a la herencia de mi papá, y cada mes me entrega un poco de ello. Aún nadie sabe lo que hago con ella. Podría pagar comida pero mi heladera vive vacía, puedo llevar sin comer días, o incluso meses.

Jamás he sentido remordimiento de lo que hago.

Solo siento alivio.

Era pleno mediodía, el día estaba oscuro y aquel acontecimiento con mi vecino trataba de borrarse, simplemente era imposible.
Tomé un disco duro el cuál tenía un filme obviamente pornográfico. A pesar de estar en un estado de dosis de cocaína, me era imposible tocarme manteniendo mi mente en mi vecino. Me resultaba irrespetuoso y un poco asqueroso. La forma en la que me miraba me resultó un poco morbosa.

Entonces prefiero tocarme teniendo mi vista y mente en otra cosa.
Seguía en ropa interior, y comencé a ver el filme.
Poco a poco iban pasando aquellas imágenes antes de ese proceso carnal en que dos cuerpos serían solo uno. Mi cuerpo subía su temperatura. Pero mi conciencia fue rápida, a pesar de querer enfocarme en aquella película mi mente no evitó imaginar en que esos personajes éramos él y yo.

Me resultó sumamente irrespetuoso, pero esas imágenes mentales hacían que mi calentura subiera, logrando que metiera mi mano derecha y estimulando mi clitoris, aquel punto culpable de mi temperatura.

Mis paredes se apretaban de placer, haciendo que metiera mi dedo anular e índice, estaba en una completa paja a diestra y siniestra mientras soltaba gemidos audibles, que para un barrio tan silencioso eran sumamente audibles, pero el sonido de las gotas impactar contra el suelo hacían que mis gritos se camuflaran. Solo imaginaba que mis dedos era el miembro de aquel rubio.

Estaba a punto de venirme, cuando una imagen final pasó por mi mente, haciendo que soltara un último gemido de placer al sentir fluidos salir de mi interior, mientras bajaban por mis glúteos tales espesos y blanquecinos fluidos.

Estaba agotada después de una paja increíblemente placentera, nunca me había sentido así de esta manera, y menos con alguien que yo conociera. Pero el hecho de aquella mirada separada en solo un metro, hacía que mi temperatura fuera casi como el sol.

Tomé un minuto para calmar y regular mi respiración, fluidos seguían saliendo, hasta terminar de salir.
Agradeciendo que el sillón era de cuero me facilitaba más limpiarlo ya que no manchaba absolutamente nada.

Agarré un trozo de papel higiénico y lo paso lentamente por mi vagina limpiándola, al igual que el sillón.
Mi tanga estaba tirada en la alfombra, porque se me hacía un poco incómodo tocarme y que encima de mis manos se encuentre aquella fina tela.

Me la volví a poner sentándome de piernas cruzadas, aprovechando la posición para seguir viendo la película.
Era algo de todos los días, pero con un sentimiento diferente, mi cuerpo estaba raro, especialmente una sensación de cosquilleo en mi estómago, pensando qué tal vez sería hambre, pero me sentía peor cuando tenía hambre.

Saqué ese disco duro ya que mitad de la película me había aburrido, poniendo Netflix y buscando alguna película de terror que no haya visto previamente.

Mis hormonas habían bajado un poco y ahora me estaba replanteando sobre lo que había hecho teniendo la mente en mi nuevo vecino. Aquel hecho me hacía sentir culpa y a la vez tenía un sentimiento extraño que jamás había sentido.

¿Cómo empezar a describirlo? Era parecido a lo que sentía cuando una jeringa se clavaba en mis venas, como la molestia. Pero, esta vez siendo en el mismo lugar, era diferente. Una molestia pero una ¿buena?

No sé si describirlo como positivo o negativo, pero algo malo no era ya que enfocando mi mente en diferentes cosas se iba.

Suspiré. Me estaba volviendo loca.

Sonreí inconscientemente, una sonrisa nunca antes vista después del fallecimiento de mi padre.
Era una sonrisa acompañada de una risa, una risa suave y mi mirada estaba perdida en el techo.

Rápidamente la borré. No conozco el porqué, pero un recuerdo de que en dos semanas sería mi cumpleaños invadió mi mente e hizo que tuviera una reacción negativa y mi pecho se sintiera molesto. Mi corazón latía a una velocidad inhumana.

Temblando saqué un poco del contenido de aquella bolsa que se encontraba tirada, pero era lo que me quedaba. Tomé la tarjeta que se encontraba cerca y ese billete enrollado, colocándolo en una fosa nasal, aspirando aquella perfecta línea lentamente, sintiendo como entraba, mi ojo lagrimeo pero al terminar solo apenas una línea me sentí aliviada.

Sólo dejé una.
Me levanté rápidamente, pasando un dedo por mi nariz que tenía un cosquilleo en aquella fosa anteriormente acumulada de polvo.

Subí a mi habitación y me peino, me coloco un jogging gris y un remeron color marrón y arriba una campera de cuero negra.

La lluvia había cesado, y ya era tiempo de recoger mi plata y salir.
Salí de mi casa cerrando la puerta con llave y metiéndola en mi bolsillo. Caminé bajando las escaleras de mi casa y pasando frente casa de mi vecino, recordando lo que había hecho un par de horas atrás.

El callejón no se encontraba tan lejos que digamos, al menos tres cuadras y media.

pov's francisco romero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

pov's francisco romero.

Aquel acto me estaba haciendo replantear sobre lo que acabo de hacer.
Solo termino de limpiar aquel desastre de fluidos y me cambio de ropa, bajando con una expresión neutral.

Los chicos estaban actuando de forma... como si estuvieran sospechando algo. Pero solo se quedaron yeison.

—Che Fran, nosotros ya nos vamos para el hotel, mañana volvemos, va?— avisó Juani.

—Si, si, no hay problema. Vayan tranqui, avísenme cuando lleguen. —

—Bueno, chau gor. — saludé a Esteban con el cachete.

—Chau pajero. — fue el siguiente en saludar Blas.

Lo fulmino con la mirada ante ese apodo.

—No jodas que sos un nene vos. —

Y terminando de saludar, los tres se fueron, dejándome en un cómodo silencio en casita.
Tenía tiempo de ordenar algunas cosas en cajas pendientes de desocupar, ya que están todas en el sótano de abajo.
Al mudarme, como toda la casa obviamente estaba vacía, el sótano era todo lo contrario.

Habían cuadros colgados de un hombre con su esposa e hijo. Me pareció raro que antes de desalojar la casa no se llevaran eso. Pero bueno. Al igual que los cuadros en medio del sótano había una caja, pero decidí no abrirla ya que estaba cansado.

Y ahora pensándolo me provoca muchísima curiosidad saber su contenido.

DRUGS: Síndrome de Abstinencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora