from a dew to a torrent

113 7 10
                                    

No había palabras existentes que especifiquen los días nublados. Las que ya existen se quedan cortas con lo que es el concepto nublado.
Durante la mañana, solo me la paso fumando. Raramente hoy era una excepción gracias a mi estúpido nuevo vecino.

Y era raro que me interesara lo que haga un vecino, pero créanme que es solo para molestar.

Hace años aquella casa está deshabilitada, suelen ir algunos turistas pero solo son algunos días, prefiero que esté vacía.

Aquellos chicos jugaban tranquilamente al fútbol, gritando, riendo, y todo me recordaba los días en mi barrio en los que jugaba descalza con mis amigos.
Pero todo cambió, y ahora solo me consumen las sustancias.
Mis ojos subieron a las grises nubes del cielo que se movían gracias al viento, los árboles danzaban al igual que mi pelo al compás del viento.

Dí una sonrisa y le doy una calada a mi cigarro cerrando mis ojos mientras me recuesto en la escalera de madera.

Pequeñas gotitas caían sobre mi desnuda piel, pero solo era un rocío.
Solo me quedé ahí, disfrutando aquel frío y húmedo rocío en mi cara.

Lo único que podía oír eran gritos, risas y el sonido de la pelota impactando contra la calle y duras zuelas de aquellos chicos. Volví a reincorporarme, sentándome otra vez en la escalera. Mi vista solo se posó en una persona.

Ese movimiento de piernas me resultaba bastante habilidoso, rápido e incluso excitante.

Nunca me emocionó algún deporte en específico, solo los jugaba pero hasta ahí, aunque pensándolo claramente era buena en ballet, pero por obligación de mi madre.

De un momento a otro la lluvia se volvió torrencial.

—Da, cagamos boludo, se viene el aguacero. — gritó el mismo chico que me golpeó anoche.

De un rocío, a un torrente. —mencioné en voz alta mientras le dí una calada a mi porro, segundos después le dirigí una mirada a aquel rubio ojos aurora boreal.

Un contacto visual fue suficiente para expresar aquel odio que empezó desde anoche.
De un rocío a un torrente es una metáfora para simbolizar de lo que fue algo leve, terminó siendo algo más fuerte. Cómo los sentimientos, en este caso odio.

Y no solo es una expresión que habla sobre lluvia.
Aquellos chicos ya se estaban preparando para entrar, mientras yo seguía dedicándole un tiempo de una mirada significativa a aquel rubio.

Fue el primero en correr la mirada, para adentrarse a su casa. Sin embargo, yo simplemente me quedé allí disfrutando de las gotas caer en mi cuerpo y ropa. Se sentían como pequeñas hormigas bajar por mi piel, pero solo eran grandes y húmedas gotas de un torrente.

Mis lágrimas se camuflan con esas gotas, lo único que podría dar a saber que lloro son mis expresiones.

Aquellas monótonas gotas saladas dejaron de caer. Debía saber que tendría que entrar a mi hogar, sino podría tener un resfriado y mi plata no me alcanza para pagar remedios.

Entro a mi caliente hogar y me saco mi camiseta quedando solamente en ropa interior. Me seco con una toalla que se encontraba a mi alcance. Subo a mi habitación para cambiarme, pero solamente quedo en ropa interior dejando a la vista mis quemaduras, cicatrices. Además estoy en mi casa.

Bajo a mi sala y me preparo un cigarro, prendiendolo con mi encendedor. Aquel fuego quemó el extremo contrario a mis labios, al apagarse aspiré aquel tóxico humo que entraba a mis pulmones.

Estaba en frente de la ventana un poco más lejos. Llevé mi mirada a aquel vidrio transparente que dejaba a la vista la casa del vecino. No me interesó, debía estar en su mundo.

DRUGS: Síndrome de Abstinencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora