—Anneliese bájate de ahí —me replica Brenda mientras sigo moviéndome al ritmo de la música.
La ignoro y sigo moviendo mis caderas de un lado a otro hasta que siento otro peso sobre la mesa y un brazo jalarme lejos de allí.
—Ha sido todo por esta noche.
Me encuentro con los ojos azules de Alexander que me miran fijamente.
—Me estaba divirtiendo.
—Lo sé —sonríe—. Pero hay mucha gente viéndote y no me gustaría que te sintieras incomoda.
Me suelto a reír.
—¿Vas a defenderme?
Él esboza una sonrisa y me ofrece su mano.
—Te llevo a tu casa.
—No quiero —niego—. Me gusta este bar y la música, quiero bailar. Has dicho que podríamos volver el evento privado. Hazlo —le ordeno y se suelta a reír.
—Anneliese, ¿quieres volver a tus cinco sentidos?—dice Brenda mientras me sujeta de la muñeca.
Me suelto de su agarre.
—Esta noche será mi asunto si me emborracho, toda esta gente lo ha hecho alguna vez en su vida ¿Por qué tendría que avergonzarme?
—Porque es el evento de mi jefe —responde mi amiga.
—Déjala Brenda —responde Alexander—. Anneliese quiere disfrutar la noche, la acompañaré si es necesario.
Le devuelvo una sonrisa.
—Él es un hombre que resuelve a lo que sea que suceda, me agradas —intervengo.
Me regreso a la pista de baile, me muevo y disfruto de un par de canciones más hasta que ya ni cuerpo ni mis piernas soportan tanto, mis pies se han ampollado producto de los tacones y siento que el licor se me ha subido a la cabeza.
—Quiero irme ya —le pido a Alexander que no se ha despegado de mi ni un segundo.
—¿Estás bien? —me pregunta.
Niego.
—Siento que todo me da vueltas —me cubro la boca con las manos—. Necesito un baño —corro tan deprisa como puedo. Me meto en el baño de mujeres y me apoyo en uno de los retretes para vomitar.
Lo he arruinado.
—¿Anneliese? —Escucho a Alexander detrás de la puerta—. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?
Me limpio la boca con papel higiénico, abandono el baño para encontrarme de frente con no solo la figura de Alexander también con la de Stavros.
—¿Un pañuelo? —pregunta Alexander extendiéndome uno.
—No debiste beber de esa forma —refuta Stavros.
Alexander lo mira de arriba a abajo.
—¿Tú quién eres? —enarca una ceja.
—Soy su amigo, uno que no dejaría que estuviera en esas condiciones.
—No recuerdo que Anneliese te haya mencionado, y no quiero ser grosero pero nadie pidió que intervinieras.
Los ojos de Stavros se oscurecen con aquello.
—Anneliese yo me encargo de llevarte a casa, este sujeto ha dejado que te emborraches hasta este punto.
—Este sujeto tiene un nombre —le responde Alexander—. Y me he encargado de cuidar de ella toda la noche. ¿Por qué no mejor te regresas junto a Marcella? Me encargaré de Anneliese, he sido yo quien la ha invitado.
ESTÁS LEYENDO
Guardián Oscuro (Pausada)
RomanceAnneliese ha tenido solo un deseo en la vida, encontrar al hombre que la salvo años atrás de la muerte, su inspiración para describirlo en aquellas páginas que se niega a mostrarle a alguien, en el único de sus escritos que se reserva para ella mism...