Capitulo 22

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Me remuevo entre las sabanas, lo primero que observan mis ojos es su figura masculina que se despliega en el lado derecho de la cama, sus brazos me rodean la cintura. Una leve sonrisa se escapa de mis labios mientras paso con delicadez las yemas de mis dedos por su nariz.

Debería dejarlo dormir por más tiempo.

Le doy un beso en la mejilla y me las arreglo para salir de la cama sin despertarlo, camino en puntillas hasta el cuarto de baño, veo mi reflejo en el espejo que hay allí, mi cabello luce revuelto, mis labios están hinchados y mis mejillas rojas.

Las imágenes de la noche anterior se repiten en mi cabeza calentándome las mejillas de nuevo, una sonrisa boba se dibuja en mis labios. Regreso rápidamente a mis pensamientos, tomo el cepillo de dientes en las manos me cepillo cuidadosamente los dientes y luego de eso me meto bajo el agua de la regadera para darme un liviano pero rápido baño.

El agua cae por cada parte de mi cuerpo, me enjabono parte por parte y lavo mi cabello con el rico shampoo de fresas que he traído conmigo, me gusta el aspecto que tiene mi cabello recién mojado y me gusta la manera en que toma forma de ligeras ondas al secarse al sol.

Es un cabello ondulado precioso y natural. ¿Así sería nuestra hija? ¿Tendrá mi cabello o el suyo? ¿Por qué pienso esto ahora?

No he dejado de fantasear con aquella idea desde que él lo mencionó, supongo que una pequeña parte de mi le ha comenzado a gustar hablar del tema, quizás sea porque los niños han sido parte de mi vida, les tengo un cariño especial.

"Deja de pensar en boberías ahora Anneliese", me susurro a mí misma.

Abandono el baño y tomo el primer vestido que encuentro en el equipaje, uno de un color lila y playero algo veraniego y perfecto para la ocasión, desenredo mi cabello y rebusco entre mis cosas el frasco de medicinas, tomo dos píldoras de allí como lo recomendó la doctora y las trago con agua. El sabor no es nada agradable, hace que mi estómago se revuelva. Regreso el frasco al equipaje, doy un ligero vistazo a la cama antes de salir del camerino, Stavros aun duerme profundamente ahora abrazado a una almohada, ha sido una buena idea dejarla al lado.

Me encargo de no hacer el mayor ruido y abandono el camerino, camino por el enorme yate, un lindo paisaje me recibe de fondo, el mar es cristalino, nunca había visto agua de un azul tan claro como este, sin duda alguna el viaje ha sido lo más reconfortante para mí, ha sido ideal para olvidar mis episodios ansiosos. Dejo que el aire que se dispersa poco a poco despeine mis cabellos. Hace mucho tiempo no me sentía de esta manera, creo que nunca antes había sido tan feliz como ahora lo era.

Me tomo mi tiempo para contemplar el bello paisaje de Grecia antes de que me siente en la cubierta del yate y despliegue mis piernas en el aire. Cierro mis ojos escuchando el sonido de algunas aves que transitan por allí, gaviotas quizás.

No sé cuánto tiempo pasa pero creo que lo suficiente para que divise que hemos avanzado muy lejos de donde antes nos encontrábamos, no sé a dónde me llevará ahora mi amado marido, pero quiero dejarme sorprender.

De repente algo se roba mi atención, una imagen que aparece sin sentido alguno en mi cabeza, es un recuerdo. Un viejo y olvidado recuerdo de niña.

Veo a mis padres en la playa, están junto a mí construyendo castillos de arena y después de aquello solo desaparecen para darle paso a las imágenes del accidente en la que los perdí.

Me levanto de donde me encuentro, siento que todo me da vueltas, que la cabeza me empieza a martillar y culpo a las píldoras por sus efectos en mí. Debo regresar al camerino. Lucho por caminar de regreso pero es inútil, apenas puedo moverme, me siento mareada y cansada. Las imágenes se vuelven cada vez más borrosas, siento de repente que caigo al agua. Siento como me hundo cada vez más.

Guardián Oscuro (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora