siete.

116 16 2
                                    

Zhang hao arrastró el culo fuera de la oficina más rápido de lo que había notado podía caminar. Sostenía su casco con un agarre mortal mientras volaba más allá de su abogado.

—Llámame —dijo en su camino directo hacia el ascensor abierto.

Cuando las puertas se cerraron, Zhang hao estaba aliviado de encontrar que estaba sólo para bajar. Desplomándose contra la pared, levantó su mano y tocó su boca.

Mierda, mierda, ¡mierda!

Quitándola, cerró los ojos e intentó empujar a un lado el sentimiento de los labios de Hanbin moviéndose tan seguros sobre los suyos. Necesitaba pensar en ello objetivamente, y entonces quizás fuera capaz de sacarle algún sentido.

Para empezar, Hanbin lo había provocado. En cada oportunidad, Hanbin lo había presionado y presionado hasta que, como una persona normal, Zhang hao se había quebrado.

¿Cierto? Sí, cierto.

Zhang hao miró a su reflejo en las puertas plateadas. No parecía nada distinto de lo que estaba antes. No, no parecía distinto, pero estaba seguro como el infierno de que sí lo sentía. Lo sentía en todo su cuerpo, incluida su polla, confundida como el demonio.

¿En qué estaba pensando cuando le devolví el beso?

Cuando acabó el intercambio entero, se había convencido a sí mismo de que había sido cuestión de poner finalmente a Hanbin en su sitio. Zhang hao estaba cansado de siempre ser el que estaba cuestionándose todo después de cada encuentro.

Entonces, esta vez, su meta principal había sido dejar al engreído bastardo preguntándose. Solamente que no esperaba haberse quedado preguntándose él también.

El ascensor golpeó el suelo del piso de abajo mucho más suavemente que su descenso a la realidad, y después de que las puertas se abrieran, Zhang hao se movió hacia el vestíbulo del edificio. Estaba a medio camino de donde había dejado su motocicleta aparcada cuando su teléfono empezó a vibrar en sus pantalones.

Moviendo su mano hacia su bolsillo, lo sacó y aceptó la llamada, pensando que probablemente fuera su abogado preguntándose por qué no había esperado por el papeleo.

—¿Hola? —soltó.

—¿Huyendo tan pronto?

Reconocería aquella voz donde fuera.
Mierda.

—Así que, ¿estás hurgando en mi archivo?

La risa entre dientes familiar de Hanbin llegó a través del teléfono.

—Podría salir con una broma obvia sobre hurgar, pero me refrenaré.

Zhang hao sintió su boca moverse a una sonrisa ante el descaro del otro hombre.
Tenía que concedérselo a Hanbin, por decir siempre lo que pensaba, al contrario que él mismo.

—¿Hay algo que desees, Hanbin?

—Hay varias cosas que deseo, Zhang hao. Zhang hao se movió hacia la parte delantera de la acera, quitándose del camino de otros, y esperó.

—Terco hasta el final, por lo que veo.

—No estoy siendo terco. Estoy intentando adivinar por qué exactamente me estás llamando.

Hanbin suspiró cuando pensó que se estaba sintiendo particularmente apagado.

—Bueno, te fuiste tan abruptamente que difícilmente tuve oportunidad de hablar.

—No, eso no es lo que yo recuerdo. Tú estabas impactado hasta la mierda, si recuerdo bien.

Una risa alta golpeó su oreja entonces como si Hanbin no pudiera controlarse a sí mismo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 18 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

01. 𝗧𝗥𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora