---Tu rostro pálido muestra alivio como si posaras dormida, ¿acaso estás dormida? Estoy molesto, entiende. Solo despierta de una buena vez que tengo muchas preguntas. — La miro detenidamente.
Al menos usas lo que te regalo... — Sonrío con sentimientos encontrados, tomando fuerzas para continuar con mi monólogo. No se me quita la costumbre de desahogarme mientras me postro en tu regazo y me brindas silencio, es que de cierta forma eso parece tener más respuestas. La única diferencia esta vez, radica en que se me es imposible tocarte. Te quiero, pero ya no sé qué hacer con esto...
Kristal interrumpe brindando una taza de café. Tiene un vestido negro que le horma muy bien, su tez blanca y sus rizos dorados hacen que te entumezcas cuando la ves. Ella es la única que ha permanecido a mi lado desde entonces.
—Solo observo y escucho.—comenta distraída mientras mira los retratos del cuarto, con una mano en su pecho.
Le doy un sorbo a la bebida negra y me quemo la lengua, acto seguido, Kristal se ríe.
—¿Salimos ya? — pregunta Kristal con afán implícito.
—Sí, solo permíteme despedirme por última vez. Aquí voy — respiro hondo: —Adiós, madre, no te imaginas lo mucho que me duele que esto haya sucedido, espero siempre hayas sabido si perteneces al cielo o al infierno. Sin embargo, tengo que aclarar muchas interrogantes antes de irme, espero que no te importe que me quede en esta casa las veces que necesite venir, créeme cuando te digo que no lo haré más después de acabar con esto.
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Pasó una semana desde entonces. Cuando volví, procedimos a entrar en la habitación favorita de mamá, donde escuchaba música 'tranquilamente' o accionaba cualquier otra excusa para así poder tomar vino, vino rosa, vinotinto, todo lo que tuviese alcohol y fuese considerado elegante según ella. El lugar era relativamente grande, aunque parecía estar descuidado y lleno de polvo y telarañas; los recuerdos no se hicieron esperar... me gustaba observar a escondidas a mamá, porque verla espontáneamente feliz era muy raro, aunque llegó un punto en el que solo escuchaba detrás de la puerta, los vidrios rotos de la botella que seguramente se estaba tomando.
De lo que puedo destacar de la habitación y que despertó mi interés, fue la presencia de un escritorio muy peculiar, color marrón, con un cajón sospechosamente abierto. Efectivamente decidí husmear en el cajón «secreto» de mi madre y me encontré con varias cartas arrugadas.
Aquí inicia la primera parte de esta misión, ¿quiénes eran los que te tenían amenazada?, ¿hasta qué punto te convertiste tan conflictiva, Vanessa?
Volviendo a las cartas, a pesar de que todas parecían tener la misma caligrafía, solo un sobre tenía el color distinto, rojo, como la sangre que derramamos aquella noche. Se la señalé de lejos a mi amiga y solo se limitó a advertirme que la guardara con lo que entendí una seña hacia el bolso.
No hablaba mucho últimamente, solo se detenía a disociar. Para nosotros es como si hubiese pasado una noche, al estar escondidos, teníamos la realidad un poco alterada. De hecho, no recuerdo la última vez que saboreamos una buena comida, aunque no me exijo mucho con la memoria, ya que de por sí habíamos estado despiertos todo este tiempo por los efectos de la cafeína.
Volviendo a la realidad, noté que el sobre tenía una dirección, parecía una especie de código postal, y que con toda sinceridad, no tenía letra muy legible después de todo. Que la carta se encontrara manchada de lo que parece ser vino, solo hizo que me sorprendiera su «buen estado», cuando a quién está dirigida es una alcohólica. Aunque es bastante curioso, porque nunca se refieren a mamá por su nombre en ella y sin embargo la tratan con algún intento de respeto por cómo empieza escrita.
No terminé de leer, puesto que noté que en el cajón había una cadena con una foto de una pareja, aunque extrañamente no parecía ser Vanessa la protagonista, pero no me dio mucho tiempo de analizar, ya que un sonido extravagante interrumpió nuestro espionaje, y atontado por lo que parecía ser el estruendo de una puerta cerrada con fuerza, alcancé a guardar la cadena y el sobre rojo en el bolso, y me dirigí a la ventana con Kristal de forma muy sutil. Regla #6, guarda todo lo que puedas y no te distraigas porque puedes perder pruebas. Sí, fallé.
Nos dimos las molestias de escapar por la ventana, porque fácilmente pudimos haber salido por la sala sin ser notados, Kristal y yo tenemos historia en esto. Aún así no lo hicimos porque los sonidos de los pasos parecían dirigirse a la habitación en la que estábamos.
A pesar de estar afuera, no pude evitar la curiosidad de saber quién había llegado a la casa, era de día y siendo un barrio tan problemático y chismoso ya hubiesen notado que alguien se dispuso a robar. Alcancé a ver a una mujer por la periferia del ojo, pero Kristal insistió en que nos fuéramos pronto porque tenía un mal presentimiento, así que accedí y nos dirigimos a hacer un viaje de unas 3 horas a salidas del pueblo, el pueblo que es una buena elección de en cuánto a lugar si quieres perderte del mapa, es como la isla de los perdidos o algo así, mi apreciado Lombi, Lombilombiland, esto último lo inventé para que no suene tan insípido y corto.
Por lo que siento parece ser un viaje de no retorno y lo prefiero así. Será así hasta encontrar respuestas.
Mientras me adentraba en mis pensamientos, recordé el motivo de la misión, así que saqué nuevamente el sobre e intenté leerlo durante todo el trayecto para no ir con la mente en blanco; no miento, al llegar al último párrafo, sentí una punzada candente y con la voz entrecortada, seguí leyendo en voz alta:
-... Él merece saber la verdad, cuando menos lo espere, él lo sabrá todo. Usted no saldrá jamás de esa prisión, no descansaremos hasta verla pagar. Al que llama «hijo» con falso orgullo, nos va a pertenecer...
La frase terminó abruptamente, dejándome con más preguntas que respuestas. ¿Quién escribió esta carta? ¿Por qué están amenazando a alguien? Y lo más inquietante, ¿quién es el "hijo" al que se refieren?
Con el corazón acelerado y la mente llena de incertidumbre, guardé la carta nuevamente en el bolso, decidido a descubrir la verdad detrás de estos misteriosos eventos.
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Bienvenido a mi infierno
Diversos¿Las historias siempre tienen finales felices? No, las historias siempre tienen un punto de no retorno. ¿Todo está predestinado? ¿Qué tan real es lo del aleteo de una mariposa y su efecto en la otra parte del mundo? Si Antony no conoce su historia e...