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Perder la noción del tiempo se había vuelto parte de la rutina en todo este asunto problemático. Durante horas, nos vimos inmersos en un análisis constante del lugar, preguntando acerca de la dirección, mientras el ambiente a nuestro alrededor se volvía aburrido y pesado, propenso a desencadenar discusiones por cualquier situación. Siempre le repetía a Kristal mi famoso dicho: "Preguntando se llega a Roma", cada vez que veía que estaba a punto de echarse para atrás en nuestros planes.
Pero todo cambió cuando divisamos a una mujer llegando en una canoa, con una expresión desolada. Nos acercamos antes de que pudiera bajar y, tras presentarme, ella, con una apatía palpable, dijo llamarse Charon. La conversación no cobró vida hasta cuando saqué el sobre de mi bolso y le pregunté sobre la dirección, momento en el que me arrebató el papel del sello peculiar y me observó de arriba abajo antes de soltar un autoritario "síganme".
Sin perder tiempo, Kristal y yo, ya acostumbrados al misterio, nos subimos rápidamente a la canoa. El olor se hizo más intenso y una pesadez se apoderó del ambiente, aumentando nuestra intriga. El sol declinaba en el horizonte mientras la canoa penetraba las oscuras aguas del pantano. Por inercia, solo seguíamos las indicaciones de la misteriosa mujer, Charon.
—El sello es más que un simple adorno.—Expresó Charon, con un tono de misterio en su voz.
Asentí, sintiendo cómo la curiosidad crecía en mi interior. —¿Y qué sabes sobre él? —Solté sin más.
—Mucho más de lo que la gente cree. Pero para descubrir la verdad, deben seguirme.— Expresó sonriente.
Juro que nunca había sentido la extraña sensación de recordar de que alguien amargado también tiene dientes. La canoa se deslizaba con suavidad, mientras que en la distancia, se escuchaban unas conversaciones indistinguibles.
—¿Escuchas eso, Antony?— Susurró Kristal, apretando mi mano con nerviosismo.
Fruncí el ceño, intentando focalizarme en los sonidos. —Son voces... pero no logro entender lo que dicen, parecen ser discusiones—. Charon me observó por unos segundos, pero perdí el contacto visual cuando Kristal me tomó el rostro.
—Antony, ¿tiene ojos verdes, cabello rojizo y...— Se me acercó al oído y la interrumpí siguiendo la idea.
—¿Vestido verde con colgantes y sandalias negras?— La miré esperando acertar en la respuesta.
Desde nuestra perspectiva, así lucía Charon:
—Ja! Sabía que solo fue un error, me estabas gastando una broma con Lisergia— Gritó de la emoción.
—¿Perdón, mencionaste Lisergia? ¿Qué hacía esa quimera en mi territorio?— Charon paró de repente, esperando nuestra respuesta.
—Ella fue quién nos entregó el sello.— Le comenté con la intención de que nos siguiera contando.
—Así que de eso se trata... Imagino que no lograron distinguirla.—
Kristal y yo tragamos en seco. Charon prosiguió su idea inicial después de un suspiro.
—Entonces ya sé exactamente a dónde tienen que ir, por lo pronto sepan que alguna leyenda de este pueblo, relata que aquel que intente descubrir qué comentan aquellas voces, logrará ser cautivado y se dejará hundir por ellas en el pantano.
Kristal se frustró tanto que soltó un chillido de terror, me agarró con fuerza y me abrazó.
Charon siguió el rumbo que de por sí parecía eterno y a mí simplemente se me acabaron las curiosidades. Estaba exhausto de tanta información incompleta y misterios que solo me causaban ansiedad. Y por si fuera poco, pareciera que esa mujer hubiese escuchado los disturbios de mi mente.
—No te preocupes, dentro de lo que cabe solo les queda confiar en mí. ¿Cuántos sobres con sellos tienes?
—Dos.— Le comenté sin ánimos, mientras le acariciaba los rizos a Kristal.
—Qué extraño, ¿visitaron las otras "miniciudades" de este Estado?
—No, solo tomamos un atajo.— Mencioné con fastidio de seguir la conversación.
—Antony, ¿qué pasa? Parecías más conversador, contéstame esta última pregunta para dejarte descansar... ¿Has sentido que alguien los persigue o sabe que están acá?
—Sí. De hecho, nos hemos sentido fugitivos. Pero... ¡Perfecto! ¿Debería preparar mi discurso de aceptación por si me nombran 'Interrogado del Año'? ¿O llamo de rapidez a mi abogado? Ya sabes por precaución.
¿Ya en serio por qué tantas preguntas? — Finalizo mi sarcasmo pobre, notándose nuevamente mi desagrado por seguir la conversación.
Charon me mira y desvía nuevamente la vista a donde nos dirige, pasados 5 segundos pronuncia con una sonrisa desafiante:
—Preguntando se llega a Roma, ¿No?
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Bienvenido a mi infierno
De Todo¿Las historias siempre tienen finales felices? No, las historias siempre tienen un punto de no retorno. ¿Todo está predestinado? ¿Qué tan real es lo del aleteo de una mariposa y su efecto en la otra parte del mundo? Si Antony no conoce su historia e...