Cuando al fin le di el regalo, se ilusionó muchísimo, nunca lo había visto tan feliz. Y eso me hizo feliz a mí. Cada vez que le decía algo, se alegraba y me abrazaba. Me encantaba que me abrazara, se sentía genial, y como él era bastante más alto, cuando me abrazaba tenia mi cara en su pecho.
Un día con el colegio teníamos una excursión a la nieve, y obviamente iba él. En el autobús me senté justo detrás de él, y escuchaba sus conversaciones con el profesor de al lado.
Ya en la nieve, nos dejaron tiempo libre para comer, y como yo ya había acabado, se me ocurrió lanzarle una bola de nieve a josé. Él se rió y dijo:
-Yo no juego con bolas de nieve
Y entonces vino hacia mi y me agarró en brazos y me tiró a la nieve. Casi se me para el corazón. Entonces nos quedamos mirándonos durante unos segundos, pero yo aparté la mirada.
Después me quedé pensando si tenia que haberlo hecho, aquel habría sido el momento perfecto, pero supongo que los nervios me superaron. Pensé en volver a mirarle así al día siguiente, pero se enfermó por la nieve y no vino en toda la semana.
Cuando al fin vino, yo le echaba mucho de menos, así que le hablaba cada que podía. Lo cual me llevó a decir cosas que no me hicieron quedar muy bien. Un día, yo llegué al colegio muy arreglada, y todos me elogiaban, pero quien yo quería que me elogiara era josé. Y no lo hizo, por lo que un rato antes de que acabara el colegio, me puse a llorar. Entonces josé vino, y me preguntó qué me pasaba. No sabía que decirle. Así que le dije que era porque yo quería que "alguien" me elogiara y no lo hizo. Él me dijo que a mi no me tenia que importar lo que dijeran los demás. Claramente eso no me sirvió.
Cada día me parecía volverme más loca.
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