𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐢𝐜𝐢𝐨𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐭𝐚?.. (Makhorn/ManuCanarias )

Prólogo: Deberás alejarte.

Hola gente, esta es mi primera historia, escribir para el público no es algo que acostumbre a hacer, pero tengo muchas ideas y gracias a una amiga pues, quiero intentar plasmar todas mis ideas aquí, espero esta historia sea de su agrado y pueda entretenerlos aunque talvez tarde en actualizar. No busco ofender a nadie con este libro y si este tipo de contenido no es de su agrado les invitó a retirarse y no dejar comentarios negativos.

Sin más que decir, empecemos.

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Narro yo:

Se encontraban dos hombres justo en la entrada de el bosque, cercano a la comunidad que estos habitaban.

Estaban discutiendo, aunque realmente, más que enojados, parecían tristes, como, si no quisiesen concluir con la discusión..

-No es necesario que te vayas! Y-yo... lo lamento.. solo.. no puedo.. No quiero que te vayas por mi culpa..

Dijo el de verde mientras lo miraba con una expresión afligida. Pudo escuchar el gran suspiro de su contrario, aquel pelinegro.

-Manu.. esto lo hago por los dos, se que no es tu culpa- acercarse y tomarlo de las manos con mucha delicadeza- Se que te cuesta, lo comprendo, pero también he visto lo mucho que te ha atormentado la situación y también, sinceramente aveces parece que te incómoda mi presencia. No quiero ser insistente y por eso... -posar sus labios sobre las manos de el de piel verde, dandole un tierno beso en estas, después volteando su mirada a sus ojos grises.

-por eso debo irme.. tampoco es de mi agrado esperarte de esta manera y verte amargar te por esto.. pero mi amor es tan grande por ti que no puedo renunciar tan fácil, por ello- quitarse la cinta que llevaba en la cabeza y hacerle un pequeño moño alrededor del cabello, haciendole una pequeña coleta- Te prometo algo, nose como... pero si en algún momento, me aceptas en tu vida, volveré a ti. Te esperare todo el tiempo que sea necesario, hasta que me permitas estar a tú lado.- Dijo con una sonrisa de confianza mientras se separaba de Manu.

-y-yo...-bajo la mirada, aún preocupado asintió aceptando aquello mirando como el pelinegro seguía mirándolo con una calida sonrisa, que desapareció cuando este empezó a alejarse en el bosque, dejando que la pobre mirada plateada de su enamorado lo perdiera entre los árboles.