Su mente divagaba entre los pasillos de recuerdos que tenía de aquel pasado difuso, el cual intentaba, y a la vez se negaba, de borrar por completo. La imagen de Adrien y su deslumbrante sonrisa vino de entre ellos, golpeándole el corazón con un doloroso puntapié, generando unas pequeñas gotas cristalinas en el rabillo de ambos ojos; se las secó de inmediato.
—Y aún me parece mentira que casi se me escapa la vida imaginando que volvías —murmuró alcanzando a ver los reflectores iluminar el cielo, perdiéndose en aquel movimiento hipnótico de metrónomo.
Durante un tiempo, que su mente no lograba calcular con exactitud, tuvo el impulso de reservarse los viernes. Sin más detalles del porqué, o de qué haría o donde iría, logró mantener una rutina para esos días.
Caminaba hasta el parque y se pasaba toda la tarde con su guitarra o escuchando música con su telefono, mientras se recostaba a la sombra del arbol que se erguía con impugnabilidad frente a la fuente, donde sus memorias aún mantenían el retrato de aquel perfil, esa piel un poco tostada y esos ojos que hacían su corazón latir de amor, y dolor, cada que los recordaba.¿Por qué ese lugar?
¿Por qué ese día de la semana?
¿Por qué ese horario?
Un viernes fue cuando conoció al rubio por primera vez. Ese parque era donde su corazón se había tatuado la sonrisa del rubio y fue aquella tarde cuando realmente lo conoció, aparte de que también fue una tarde cuando recitó aquella melodía. Él jamás ponía objeción ante aquella petición que emanaba desde lo profundo de su ser, aún teniendo a su cerebro en contra y reprochándole el frío y las alergias que había tenido a lo largo de un tiempo.
"—Quieto, hoy quizás sí"
Aquellas eran las palabras que Luka, más bien el corazón de Luka, repetía constantemente a lo que el cerebro dejaba al adolescente ser y dándole el control a aquellas emociones que lo llevaban a realizar tales acciones sin siquiera tener en cuenta cuales podrían ser las consecuencias venideras. Sin embargo, mentiría si dijera que no le gustaba ver al muchacho de esa manera: feliz y sonriente. Aún siendo que era una ensoñación demasiado ilógica y completamente loca por la cual hacía esas cosas.
Habiendo arribado justamente momentos antes de que el concierto iniciara, Luka cruzó tras del escenario para proceder a cambiarse el vestuario y terminar de prepararse; ese sería su primer concierto como guitarrista oficial.
Se miró en el espejo mientras terminaba de arreglar su cabello aplicando algo de gel y brillo en aerosol para denotar sus puntas turquesas; se sentía lleno de orgullo y emoción. Sin embargo, había una línea de miedo, ansiedad y nervios de manera subyacente a esa felicidad de poder tocar junto a su padre. El punto era que Jagged era un famoso en toda esa área de Europa, por lo que la presión que sentía al ponerse mentalmente en una situación potencialmente perjudicial, o ridícula, lo hacía comenzar a divagar en las posibilidades que podrían presentarse en ese instante dando como resultado un inminente brote de nerviosismo.