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Una semana había pasado desde que tuvo comunicación con Louis, habían cruzado solo unas cuantas palabras y había sido por mensaje. Pero era comunicación al fin de cuentas.

Harry había puesto todo su tiempo y atención en la universidad. Todos los días a las seis de la mañana el ya se encontraba despierto preparándose para sus clases. Tardando en la ducha y arreglandose a él para sentirse lo más cómodo posible. Sus días en esa semana se habían resumido en las clases de la universidad, salidas con sus amigos, visitas a sus padres, quienes habían sentido la actitud un poco decaída del rizado pero esperaban a que él mismo entrará en el tema y les platicara lo que pasaba.

Trataba de distraerse todo el tiempo posible para no pararse a pensar en el castaño. Los primeros siete días habían resultado bien.

No podía decir lo mismo de las siguientes dos semanas.

Harry siguió con su rutina mañanera, se despertaba a las seis de la mañana, entraba a clases a las ocho y su tiempo transcurría tranquilo y sereno desde ahí. Su carrera universitaria era una de las mejores decisiones que había tomado en toda su vida, estudiar diseño de modas había sido su sueño desde que tenía quince años, y cuando pudo contar con el apoyo de sus padres no lo desaprovechó.

Sus clases acababan a la una de la tarde y partía hacia la casa de sus padres. La convivencia con los mayores había sido de mucha ayuda, la distracción que recibía con ellos era mucha y por eso pasaba gran parte de la tarde con ellos.

Cuando llegaba a su casa se duchaba y se colocaba su pijama más suave, miraba alguna que otra película o serie para cansar su vista y caer rendido al sueño sin necesidad de pensar en nada más. El insomnio no lo dejaba descansar correctamente y esa fue una solución muy factible que encontró, quizá no la mejor pero ayudaba.

Cuando el primer mes se cumplió las películas ya no ayudaban, tuvo que transcurrir a las pastillas para dormir. Lamentablemente ya no pudo seguir evitando no pensar en ese tema que tanto lo atormentaba, que tanto quería sacar de su cabeza. Pues extrañaba a Louis de una manera muy dolorosa, llevaba días sin poder evitar llorar cada noche, lamentarse de la partida del ojiazul.

Lo extrañaba, demasiado.

Las salidas con sus amigos ahora las evitaba, se distraía con facilidad en las clases y dejó de ir a la casa de sus papás.

Harry solo quería estar solo.

Paso un mes más y su condición seguía igual, aunque no faltaba a la universidad, sus calificaciones se vieron afectados por su nula concentración y se odiaba por no poder esforzarse en algo tan importante para él. Por el simple hecho de sentirse miserable sin el imbécil que lo dejo.

Porque eso era Louis para Harry ahora, un imbécil que lo ilusionó, lo enamoró y después lo dejo.

No valía la pena sufrir por alguien que no lo amaba, pero no podía evitarlo. Y se detestaba por eso.

Muchas veces por las noches, cuando el llanto lo ahogaba estuvo a punto de llamarlo. Desbloqueaba su número para hacerlo, pero el arrepentimiento venía de inmediato y volvía a bloquearlo. Hundía su cabeza en sus almohadas y ahogaba sus sollozos.

Niall al ver tal situación se involucró. No soportaba ver al rizado tan decaído solo por un hombre confundido que no sabía lo que quería, porque era evidente que aunque Louis se negaba a aceptar ante los demás lo mucho que sentía por Harry, en sus ojos se veía lo mucho que adoraba al menor.

No entendía porque Louis se había ido. Entendía que la oportunidad de trabajo que el ojiazul tenía allá era una de las mejores de su carrera. Pero ¿Por que había dejado así a Harry?

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