Cuatro: Pelea.

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El mate que habías hecho vos misma se había enfriado, y el apartamento compartido en el que vivían Enzo y vos también estaba helado entre las ventanas abiertas y el balcón, era tarde y él todavía no estaba en casa, claro, salió con los chicos y confiaste en él, pero debe haberse dejado llevar y aún así, y aunque trataste de no pensar demasiado en ello, no pudiste evitarlo.

Unos momentos después escuchaste el sonido de las llaves crujiendo, la puerta hizo clic al abrirse y giraste la cabeza hacia un lado viéndolo entrar y quitarse la chaqueta.

-¿Sabes qué hora es? -preguntaste mientras mirabas tus manos y él suspiró.

-Si -fue todo lo que dijo en un tono seco y te molestó y enojó, pero estabas demasiado cansada para siquiera intentarlo.

-Enzo, ¿por qué me haces esto? -preguntaste con un toque de dolor en tu voz y él solo pudo mirar sus pies sin siquiera decir una palabra mientras se apoyaba contra el mostrador de la cocina- ¿Qué hice? ¿Hice algo mal porque parece que ya ni siquiera quieres? ¿Estar cerca de mí? -le dijiste y él sacudió la cabeza lentamente y suspiró.

-No, solo piensas demasiado -y eso fue todo antes de que te levantaras.

-¡Enzo! ¡¿Estás ciego?! -gritaste y él frunció el ceño confundido-. Llegas tarde a casa, cuando estás aquí estás con tu celular, ¡incluso me ignoras si te hablo!

-¡Estoy trabajando y me canso!

-Enzo, créeme, lo entiendo, pero también me gustaría que mi novio me preguntara de vez en cuando cómo fue al menos mi día, siempre te ayudé, estuve ahí para vos cuando llegaste a casa cansado y, por supuesto, planeo hacerlo todavía, pero yo también quiero saber que estás ahí para mí -fue todo lo que pudiste decir mientras tu voz se quebraba y las lágrimas corrían por tus mejillas.

-Ya no sos una nena chiquita, lo entiendo y lo siento pero estoy trabajando y esto me ayuda en este momento, créeme lastimarte es algo que nunca quiero hacer -te lo dijo y vos pusiste los ojos en blanco

-Enzo, literalmente sales todas las noches y vuelves tarde a casa, ¿en qué te ayuda eso? No me importa que salgas, pero sería bueno tener una de esas noches dedicadas a mí tu novia -reprendes mientras tu corazón se aplastaba

-Amor, llevamos cinco años juntos, te he dedicado mucho tiempo y ¿es tan malo que pasar algo de tiempo los chicos? -preguntó pero su tono tenía algo de amargura y suspiraste levantándote.

-Nunca dije eso, pero sabes, si eso es lo que quieres, entonces como quieras, capaz tenemos que terminar si me dedicas tanto tiempo como decís vos.

-Entonces si deberíamos, si vas a seguir tratándome de malo, terminamos y ya está.

Eso te rompió por completo, verlo decirlo en serio a pesar de que no podías ver la forma en que su corazón se rompió cuando esas palabras salieron de sus labios, te moviste para tomar las bolsas y maletas que trajiste cuando te mudaste y comenzaste a arrancar tu ropa de las perchas y sacando tu ropa de los cajones mientras sus ojos se llenaban de lágrimas al verte empacar y los pequeños sollozos escapaban de tus labios, se arrodilló a tu lado mientras empacabas tus pertenencias.

-Espera, espera, no, no lo dije en serio, amor, para -puso una mano sobre tu brazo con cuidado, pero vos le ignoraste.

-No, Ya no quiero estar acá Enzo ya terminé me voy a casa con mi mamá -lloraste más fuerte y te tapaste la cara con las manos y se podía escuchar a Enzo sollozar.

-No, no, chiquita no te vayas, por favor quédate conmigo. Lo arreglamos ahora, lo prometo -pidio moviendo sus manos para abrazarte, pero extendiste tus brazos para mantenerlo alejado.

ONE SHOTS de ENZO VOGRINCICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora