Cuando llegué a los ochenta años, veía a mis nietos corretear por el porche mientras mi hija los reñía por su comportamiento. Aunque la adoptamos con ocho años, una niña rota de cabellos negros y ojos tristes, a través del cariño, la paciencia y el espacio, logramos devolverle la sonrisa hasta convertirla en la mujer enamorada que era ahora entre los brazos de su esposa.
Con los años aprendí a reconocer las valiosas lecciones que me dio la abuela cuando era joven.
Los pequeños recuerdos del pasado eran tan vívidos como si hubiesen sucedido ayer.
Después de la noche en el hospital con la yaya, Diego y yo tuvimos una época de discusiones y malestar. La ausencia de una persona en el sillón frente a la tele me torturaba el alma. La estrujaba y la acribillaba a nostalgia y soledad.
Por ello, cuando conseguimos traer a Tania a casa, el ambiente mejoró.
Un poco.
Pronto llegaron las rabietas, los miedos y las peleas. A aquella niña la habían abandonado sus padres biológicos porque ninguno de ellos fue capaz de dejar las drogas a un lado por ella.
El entorno en el que uno se cría es más importante de lo que parece. En su caso, era una constante lucha por sobrevivir al día a día entre jeringuillas y olores nefastos. En nuestro hogar, nada de aquello sucedía. La sensación constante de inseguridad la teníamos hasta nosotros, que sabíamos que nada malo ocurriría.
Ella nos lo transmitía con sus miradas furtivas, sus pasos suaves y huidizos por los pasillos tratando de no llamar nuestra atención por si nos enfadábamos. Aprendió a ver que sus comportamientos de niña no eran motivo para castigarla y que merecía vivir una infancia en la que poder divertirse sin que su padre la encerrara en el armario.
Y me recordó a mí cuando vivía asustada del mundo. Me rompía el corazón ser la persona que le daba terror a otros. La veía tan frágil que no pude evitar pensar en la vulnerabilidad que debí mostrar en mis años oscuros, sofocada por una almohada empapada de lágrimas.
Ser madre fue la recompensa más hermosa que recibí por la tarea más laboriosa que experimenté jamás. Aprendí de quienes me habían dado lo mejor de sí y lo hice lo mejor que pude, que era lo máximo que podía hacer.
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La chica de las mariposas
Non-Fiction✨LISTA DE GANADORES DE LOS PREMIOS AMBYS 2024✨ ✨GANADORA PRIMERA Y SEGUNDA RONDA DEL ONC 2024✨ Noelia es una víctima. Desde el accidente de coche no ha vuelto a ser la misma. Ir en silla de ruedas a todas partes es un sufrimiento, pero más lo es rem...