006. El Asesinato

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-15 años

Un fin de semana vinieron Olivia, Lisa y Megan a almorzar. Comimos ensaladas con condimentos orientales, que, según mi madre, eran buenos para la circulación de la sangre.

A papá le aceleró la circulación de los intestinos.

Había venido el tío Reinaldo, el padre de Megan y como siempre, no perdió la oportunidad para molestarme.

-Blair, ¿Dónde está tu novia, Taylor? —me preguntó mientras tomaba un poco de jugo.

Yo maldije por lo bajo y conté hasta diez para no responderle de manera sarcástica, no podía perder los estribos con mi propio tío.

—Ella no es mi novia, y está en su habitación estudiando.

—Pero si no es tu novia, ¿por qué sabes dónde está y qué está haciendo? —me regañé mentalmente por haberle dado tanta información.

—Papá, viven juntas desde hace años, son como hermanas — dijo
Megan.

La miré agradecida y ella sonrió para que supiera que estaba de mi lado.

Taylor no había querido bajar a comer, excusándose con que tenía trabajos atrasados.

Jessica cursaba último año y estaba en las mismas condiciones, aunque yo sabía que Taylor podía terminar sus trabajos en unas cuantas horas y que en realidad no se quería encontrar con el tío Reinaldo.

La comprendía a la perfección.

Sin embargo, a eso de las seis de la tarde bajó. Era verano y el sol todavía no se ponía, corría una cálida brisa y era el ambiente perfecto para tomarse unos refrescos.

Nos encontrábamos en la terraza, sentados alrededor de la mesa conversando de cosas sin sentido, como nuestra niñez y lo rápido que pasaban los años.

Ver a Taylor saliendo por la puerta de cristal, tan desarreglada e informal me hizo sonreír en acto reflejo, cosa que tío Reinaldo notó.

—Hey, chica. Es cosa de que apareces y a esta tortolita se le alegra el día -todos rieron, incluida Taylor.

Sentí como la sangre me subía a las mejillas y unas ganas psicópatas de matar a mi tío se esparcieron por mi mente.

Más me controlé y bebí de mi refresco para pasar inadvertido el color de mis mejillas.

—Es que vine para mis clases de manejo que me da el señor Macario
—dijo Taylor.

Se veía más calmada que las veces anteriores - estaba aparentando, cualquier signo de debilidad ante el tío Reinaldo era tu sentencia de muerte—, donde se mordía las uñas antes de subirse al auto y echarlo a andar.

—¿En serio? Eso es estupendo, yo te puedo dar las clases esta tarde, seguro aprenderás en cinco minutos
—señaló mi tío.

Taylor negó con la cabeza, pero antes de que pudiera decir algo, el tío Reinaldo se levantó y le pasó un brazo por los hombros para llevársela al garaje, donde estaba el auto viejo de papá con el que practicaban.

Tuve un mal presentimiento, pero no dije nada.

De todas formas, no serviría mi opinión. Papá fue con ellos y nos quedamos sólo las mujeres conversando.

Andrea había salido esa tarde con unas amigas, era su día libre y Serena jugaba unos metros más allá con Snow, su gato anaranjado y rechoncho.

Con Megan, Lisa y Olivia conversábamos de la escuela, me decían que ese año les había tocado como profesora jefa a la más estricta de la escuela y yo me quejé diciendo que otra vez tenía a la profesora de Literatura.

Marry me | Taylor SwiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora