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Joshua

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Joshua

Jeonghan y yo pasábamos el día haciendo cosas no turísticas, como él lo llamaba. Me llevó a lugares que sólo los lugareños conocían y me llevó a comer a uno de sus cafés favoritos, donde la mujer que estaba detrás del mostrador lo llamó por su nombre.

Parecía como si hubiera sido sacada de una fotografiada de un folleto para el Caribe, con su piel rica y oscura, su pelo rizado y tupido retirado de su cara, sus labios llenos, y su ropa colorida. Me miró como si no supiera si debía sonreírme o no. En vez de eso, le preguntó a Jeonghan: —¿Cómo está Seungcheol?—

Jeonghan deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me acercó.

—Seungcheol es genial, ¿verdad, Shua?— me miró y se rio —Estuvo genial anoche.— estuvo genial esta mañana...

Miré a la mujer y pude sentir mis mejillas ardiendo de vergüenza. Pero ella solo negó con la cabeza y se rio.

—Por cierto, soy Ally.— dijo ella, sonriéndome entonces.

Me aclaré la garganta, tragándome la vergüenza.

—Chicos, tomen una mesa. Estaré allí para tomar su pedido.— dijo.

Nos sentamos y Ally nos siguió. Jeonghan nos pidió el almuerzo y conversó un poco con ella. Había oído por ahí que Daniel había vuelto, tratando de ponerle las manos encima a todo y a cualquier cosa. Cuando Ally nos dejó para servir a alguien más, le pregunté a Jeonghan quién era Daniel.

—Un promotor.— respondió.

Ally debe haber oído nuestra conversación porque desde el otro lado de la cafetería, agregó: —Lo que él es, es bueno para nada.—

Jeonghan asintió. —Solía ser un político local. Trató de impedir que los Cayos 'fueran al Infierno' en los noventa.— dijo Jeonghan con una triste sonrisa. —Hizo toda una campaña para echar a la comunidad gay a la calle.—

—Pero perdió, ¿verdad?—

Jeonghan asintió. —Sí, perdió. Así que, desde entonces, ha estado comprando bienes raíces, en particular hoteles y clubes gay. Está tratando de deshacerse de nosotros de una forma u otra.—

—Parece que debería mudarse a mi ciudad natal.—

Jeonghan soltó una carcajada y asintió. Luego me miró seriamente —¿Era realmente tan malo en casa?—

Respiré profundamente y luego exhalé lentamente.

—Bueno, ciertamente no hay hoteles gay o clubes gay de donde yo vengo.—

Jeonghan agitó la cabeza. —Espera. ¿Qué? ¿Estás diciendo que nunca has estado en un club gay?—

Me mordí el labio inferior y negué con la cabeza. Resoplé. ¿Un club gay? ¿En mi ciudad natal?

T | jihancheol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora