CAPITULO 4

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TAEHYUNG

Bueno, eso fue fantástico, ¿no? Exactamente lo que esperaba, pero aun así. Aunque Seokjin –o el oficial Kim, como su compañero señaló tan amablemente- no parecía tan desanimado por mi carrera. Y es una carrera, maldita sea. No tengo que defenderla. Me ha ido bien. Tan bien, que no tengo ni idea de por qué demonios estoy aquí en este apartamento de mala muerte y no en un hotel de cinco estrellas con servicio de habitaciones. Volé aquí en primera clase. Me voy de vacaciones exóticas y tengo un armario lleno de ropa de diseño.

No tengo que responder ante el oficial mojigato. Ni a nadie más. Me pongo una camiseta corta y me dejo caer en el sofá, odiando lo bueno que está el café con leche. ¿Grito amante del café con leche o es tan bueno? Intento apartar ese pensamiento porque no me importa. No me importa que el oficial Kim sea tan encantador como molesto. O que sea tan condenadamente guapo que maldigo al mundo porque no es justo. Él es el enemigo. Enorme. Seguro de sí mismo. Hermoso. Y dominante, con ojos oscuros de color marrón chocolate que brillan con el caos. Un marco insanamente alto y musculoso que dice que definitivamente usa el gimnasio de su hermano y a menudo.

No es justo, porque me vuelve estúpido y eso no puede suceder. Estuve a punto de ceder. Estuve a punto de mostrarle los mensajes, pero entonces, vi la mirada de disgusto de su compañero y su evidente desaprobación de mi elección de carrera. Y supe que de ninguna manera me iba a exponer. Estoy bien. Está bien. No fue nada. Me recuesto en el sofá, pero luego doy un salto y casi derramo el café cuando mi teléfono suena con una notificación.

—Sí, Taehyung. Estás totalmente bien—, refunfuño mientras me siento y miro fijamente mi teléfono, algo que es casi un apéndice debido a mi trabajo.

Tengo que ser capaz de entrar en mi teléfono. Tengo que publicar y ser burbujeante y feliz. Tengo que crear contenido para mis espectadores. Tengo que trabajar. Pero no puedo desbloquear el maldito teléfono y comprobar nada. Porque me estoy dejando paralizar por un maldito tipo. No me muevo para agarrar el teléfono y sigo mirándolo mientras doy un sorbo a mi café y casi pierdo la cabeza, una vez más, cuando se oye otro fuerte golpe en mi puerta. Dios mío. Mierda. Dios. Voy a morir de un ataque al corazón viviendo aquí.

Me levanto del sofá, molesto, pero haciendo lo posible por mostrarme tranquilo y amable, porque estoy seguro de que son Jimin o Jungkook los que vienen a ver cómo estoy. Todavía estoy agarrando el delicioso café en la mano cuando abro la puerta, con una sonrisa falsa que desaparece al instante cuando veo al hombre que está allí.

Aprieto los dientes. —Oficial Kim.

No se me escapa la ligera encorvadura de sus enormes hombros y la mirada casi perdida de sus ojos cuando se encuentran con los míos. —Jin está bien. ¿Puedo entrar, por favor?

¿Acaba de decir por favor? —¿Por qué? Está muy claro que no vas a ayudarme—, respondo con altanería y luego me pongo una mano en la cadera, estrechando los ojos en su dirección. —De todos modos, no es que necesite ayuda.

Levanta sus manos delante de él en un movimiento aplacador que me molesta más que me calma. —Sólo quiero hablar.

No tengo ni idea de por qué, pero, por alguna razón, me quito de en medio y le hago un gesto para que entre. Parece diferente. Casi angustiado. Lejos del imbécil engreído que he llegado a conocer y que no me gusta en lo más mínimo.

—¿De qué hay que hablar? —Me vuelvo a tumbar en el sofá, no quiero parecer tan vulnerable como me siento, así que ajusto mi postura hasta dejarla recta y lo miro con una feroz y fría indiferencia.

Él se sienta al otro lado del sofá, con un aspecto mucho menos formal que el mío. —Taehyung, mira...— Suspira y parece tan diferente en este momento mientras se pasa una mano por su espeso cabello castaño, sus ojos brillan con algo que no puedo ubicar. —Siento lo de Ken. No sé qué demonios fue eso.

ACOSADO (Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora